La reincorporación de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU se estrenó con la petición más contradictoria – como su inclusión-: dejar de hablar de derechos humanos.
Para Cuba, los derechos humanos son un “arma de ataque contra países soberanos” y se utiliza como “una moneda de cambio para lograr la subordinación.”
Solicitar el cese a la represión, la persecución política, la pluralidad no es tan importante después del todo.
En un foro de la Tercera Comisión de la Asamblea General, la diplomática Vilma Thomas precisó que los desafíos existentes en materia de derechos humanos “deben enfrentarse sobre la base de la cooperación internacional y el intercambio respetuoso.”
¿Respeto con quién?
A partir de las acusaciones realizadas por Estados Unidos contra Cuba en la sesión de hoy, Thomas afirmó que constituyen una “muestra de posturas de las cuales urge alejarse” en aras de impulsar la cooperación internacional.
La respuesta de Thomas fue en relación sobre las detenciones arbitrarias y el acoso policial constante y permanente en La Habana.
La diplomática afirmó que la ejecutoria de su país en materia de derechos humanos desmiente cualquier manipulación.
‘En Cuba, contrariamente a lo que ocurre en Estados Unidos, no se reprimen manifestaciones recurriendo a gases lacrimógenos; la policía no aplica un patrón racista ni ejecuta extrajudicialmente a personas por el color de su piel o el nivel de sus ingresos económicos’, sentenció.
Asimismo, Thomas manifestó que en la isla no se abandona a su suerte a las personas sin hogar – desconociendo la crisis migratoria recrudecida durante los dos últimos años- y aseguró que no existen seres humanos sin garantía de atención médica plena.
