Debe ser el instinto de la supervivencia el que permite que un hombre se levante de su cama, desayune unos gramos de pan seco junto una taza de café mezclado con chícharos para irse a trabajar una jornada de ocho horas y recibir, al final del mes, un sueldo que no le alcanzará para alimentar a su familia ni para cubrir sus necesidades elementales.
Esa es la experiencia cotidiana de los grandes sectores obreros cubanos y, con leves variantes, la de los hombres y mujeres que realizan sus labores en la esfera de la agricultura.
Y es así porque el salario promedio de Cuba se mueve alrededor de los 20 dólares mensuales y los productos que se necesitan para una existencia normal en el país se venden a altos precios sólo en tiendas especiales para recaudar divisas. Para esas operaciones comerciales se usa una moneda denominada CUC, el llamado peso Cubano Convertible, instalado en 1994. La moneda que reciben de sus empleadores la gente de a pie y de bicicleta china no tiene valor para esas operaciones.
Con todo lo odiosa que son las comparaciones a veces son necesarias para tener una idea de la realidad que se describe. Así es que un estudio realizado hace unos meses por la compañía de estadísticas Nation Master, Cuba aparece en el último lugar del salario medio en el mundo con 25 dólares, mientras que, por ejemplo Nigeria considerado el país más pobre de África ocupa el lugar número 78 con salario de 731 dólares. En primer lugar está Suiza con 6,300 dólares de promedio mensual.
Los funcionarios del régimen cubano, especialistas en justificar la miseria, tratan de compensar ese drama de los cubanos con el argumento de algunas ventajas que ofrece el Estado. El economista Elías Amor Bravo los deja en el aire con este párrafo contundente: “El régimen justifica estos bajos salarios nominales argumentando que, a cambio, los cubanos reciben gratuidades en una medida destacada, lo que aumenta el salario real. En esencia, las consabidas educación y sanidad gratis, que realmente no lo son porque se pagan por la detracción de ingresos que realiza el Estado, y la canasta normada, cada vez más reducida, entre otros.”
Lo cierto es que, hasta hoy, circulan en la Isla esas dos monedas y, desde luego, los cubanos que tienen acceso al CUC disfrutan de unos privilegios que no llegan a las mayorías condenadas al peso cubano.
El anuncio, proveniente de figuras del gobierno, de que se dan pasos apresurados para que el peso cubano sustituya al CUC y permanezca como moneda única en el país es ahora un tema recurrente en la familia cubana y un asunto que, por el momento, lo único que produce es desconcierto. Y tanto los expertos como la imaginación popular comienzan a diseñar unos escenarios diversos y, a veces, contradictorios que marcarán la vida en el año 2017.
“¿Qué va a pasar en Cuba cuando se reunifique la moneda?”, se pregunta el experto economista Amor Bravo. Y responde: “La pregunta del millón.”
La verdad es que los salarios siguen por lo bajo y cualquier alteración que se produzca en el uso de la moneda se sabe que será siempre para favorecer a la nomenclatura.
Ahora, como pasa siempre habrá quien quiera ver ventajas para la población y soñará con mejorías para los que reciben un salario a la altura de las baldosas. Pero también es cierto que desde el piso también se puede soñar.
Por: José Ramón García/ Tomado de CANF