Este 31 de octubre en la revista Buenos Días de la televisión cubana, (en Cubavisión), pudimos ver una noticia tan graciosa como insólita. Un campesino baracoense del barrio de Manjana atribuye la protección de su casa endeble al Che Guevara.
Tiene una fotografía grande del “Guerrillero Heroico” en una pared de la sala de su casita campestre y humilde, hecha de madera rústica. Su imagen, su hogar y sus palabras denotan gran pobreza. La prédica comunista ha calado, al parecer, profundamente en él y no luce haber sido beneficiado por la Revolución; su estado es similar a aquellos desdichados que Fidel describió en La historia me absolverá y pretendía redimir.
Entre tantas vivencias de destrucción y dolor el periodista Adrían Legrá seguramente escuchó esta historia fantasiosa, de seguro convertida en chiste por los lugareños, y vio en ella un buen reportaje. Como involucra al Che Guevara, seguramente sería aceptado por los tamizadores mediáticos.
Cuenta Pérez Correa, el inocente viejecito, que antes de salir para el sitio de evacuación le pidió al Che por la protección de su casa y arrodillado frente a su imagen hizo toda una oración. Donde lo albergaron preservó su vida y al ver tanta destrucción creyó no tener casa a donde regresar. Su sorpresa fue maestra al comprobar que nada le había ocurrido a su vivienda, rodeada de árboles caídos o destrozados.
Es bien sabido que ante un huracán es más resistente una casa de poca altura, de materiales no rígidos y techo de palmera, al estilo de nuestros aborígenes. Aquellos prístinos pobladores de nuestra Isla no tenían tantas pérdidas como nosotros, porque su infraestructura era similar a la de Pérez Correa. Y no era precisamente al Che al que le imploraban protección, sino a sus divinidades animistas.
Cuando hay una situación de desastre como la que ocurrió en el extremo oriental cubano y la gente está maltrecha se refuerza no solo la Seguridad del Estado que persigue periodistas independientes o cualquier manifestación contraria al Gobierno, también la prédica política-ideológica tiene un gran reforzamiento.
Este reportaje es parte de ello y va a trasmutar una anécdota local que estaba siendo objeto de “choteo”, en algo serio y respetado “porque salió hasta por la televisión”. Si bien es difícil que llegue a ser creído literalmente o contribuya a que el Che sea visto como un “santo protector” al igual que en algunos sitios en Bolivia, sí ayuda a reforzar la idea subliminar de que la Revolución y sus héroes nos protegen.
Ya el Che Guevara es venerado en Cuba como un héroe mítico, casi un súper-hombre, modelo de comunista, revolucionario y del hombre nuevo, comandante victorioso, estratega militar, médico, economista, impulsor de industrias, e increíblemente hasta ejemplo de “buen padre”, por abandonar a sus hijos priorizando ideales altruistas. Pero esta nueva faceta que promociona la televisión cubana al darle voz a este anciano noble, evidentemente inocente e ingenuo, que lo dibuja como un “santo protector contra huracanes” es el colmo.
Seríamos tontos si creyéramos que esta noticia llegó a los medios cubanos por casualidad, como relleno o por simple iniciativa del periodista. No es así como funciona el poder mediático absoluto en Cuba. Ya no se sabe si el marxismo-leninismo es ateo o supersticioso; ya no saben a qué apelar para meter la idea de “todos con la Revolución” en la cabeza de la gente. O se están volviendo locos o están dando patadas de ahogados. Es la sensación que me dejó ver y escuchar este reportaje periodístico tan poco convincente.
Publicado en Havana Times
