La sociedad cubana, saturada por la propaganda que el Partido Comunista impone a través de los medios estatales, ha permutado su interés hacia realidades foráneas. En hogares, parques, paradas de ómnibus, centros laborales o de estudios, los ciudadanos debaten con frecuencia sobre el acontecer internacional, pero no por la información que proporciona la prensa oficial, sino por aquella que consiguen en canales de Miami captados ilegalmente u otras vías.
“El cubano se ocupa, incluso llega a tener más conocimiento, sobre la realidad de otros países, mientras cada día se muestra menos interesado por su entorno nacional”, dice el profesor Leónides Gómez.
“Una breve mirada a los puntos de acceso WiFi en la Isla bastaría para confirmar que las nuevas tecnologías, y el aún restringido acceso a internet, derrotaron al Departamento Ideológico del Comité Central”, señala.
En los puntos WiFi algunos buscan información alternativa a la que ofrece el Gobierno, pero la mayoría prefiere utilizar el carísimo tiempo de conexión para el contacto con amigos y familiares en el exterior, y para la evasión. La apatía es otra realidad incontestable en un país que se jactaba del compromiso político de sus ciudadanos.
A pesar del asedio policiaco para desarticular conexiones de redes clandestinas y las antenas parabólicas que captan las señales televisivas de Miami, muchas barriadas se benefician de esas “alternativas que ofrecen entretenimiento e información menos politizada y censurada”.
“Hace más de cinco años en esta casa no vemos televisión cubana, ni siquiera Telesur porque prefiere mostrar la realidad cruda de Latinoamérica, pero no la cubana”, dice un residente en Cayo Hueso.
“Si queremos enterarnos de lo que pasa en Cuba, vemos los noticieros de Telemundo y Univisión. Es verdad que la televisión de afuera (extranjera) tiene mucho contenido publicitario, pero incluso preferimos eso a tragarnos una programación repetitiva, politizada, con consignas envejecidas que aburren”, añade.
Las recientes elecciones de Estados Unidos representan un punto de referencia sobre dónde está el interés de la sociedad y a través de qué canales prefiere “informarse y ser parte del mundo”, señala la estilista Beatriz Bustamante.
“Tanto Univisión como Telemundo se convirtieron en los canales del cubano jodido, obstinado de tanto discutir sobre una realidad que no ha cambiado en 50 años, de denunciar los mismos temas en las mismas reuniones cederistas o del sindicato”, añade.
¿Evasión o hastío del discurso nacional?
Estudiosos oficialistas de las ciencias sociales se han quedado sin argumentos para llamar “enajenación” o “diversionismo ideológico” al hastío de la sociedad civil. Ahora recurren a “términos como multiculturalismo, globalización o injerencia de bajo perfil”, considera Inés María, miembro de la Fuerzas Armadas.
“La responsabilidad del fenómeno, en gran medida, se debe a una mala política sobre los medios de comunicación. La Revolución siempre tendrá la voluntad de abordar con trasparencia nuestras dificultades e insuficiencias sociales y culturales, de ofrecer información y promover el debate”, agrega la militar.
“Es cierto que perdemos terreno, pero ello no se debe a una desconfianza del pueblo ante el liderazgo del Partido, sino al enfoque poco objetivo de nuestros medios sobre nuestra realidad”, dice.
“Paternalista”, “machacona”, “oxidada”, “insufrible”, “poco atractiva” o “muy política””, son algunos de las referencias que los jóvenes cubanos emplean para describir a la televisión y al conjunto de medios de comunicación estatales.
En los canales extranjeros, los jóvenes “vemos telenovelas, animados, películas o eventos deportivos”, dice Amanda, estudiante universitaria.
“No es un problema ideológico ni político, es un problema de calidad de vida, de elegir qué quiero para entretenerme en mi tiempo libre. No todos podemos estar equivocados y es imposible que todos seamos ‘el enemigo'”, razona.
“Quienes no tienen ‘la antena’, porque no pueden pagar los cinco CUC mensuales, recurren al Paquete. La cuestión es que si la Mesa Redonda y el Noticiero no muestran nuestra realidad, entonces nos buscamos otra”, agrega.
Pero no solo los jóvenes evaden “el discurso nacional” y la “propaganda ideologizada”, dice José Carlos Méndez, estudiante de enfermería.
“Somos todas las generaciones, toda la familia, toda la comunidad. ¿Qué sentido tiene debatir sobre nuestra realidad? Vivimos en un país donde los problemas tienen más expectativa de vida que un ser humano”, comenta. “¿Hago mal, entonces, en proyectarme hacia afuera? Hoy es Telemundo o Univisión, pero la evasión puede ser hacia cualquier señal que no sea el NTV”.
Por Jorge Enrique Rodríguez / Publicado originalmente en Diario de Cuba