El 44º presidente de los Estados Unidos de América envió respetuosamente sus condolencias en un comunicado oficial a la familia de Fidel Castro. Algunos países extranjeros hicieron más. En la embajada española en La Habana, por ejemplo, la bandera fue izada a media asta el lunes pasado.
Al pasar por la embajada de Estados Unidos en un taxi, me di cuenta de que la bandera estaba volando alto. El presidente de los Estados Unidos, que pronto se convertiría en 45, dijo en Twitter “Fidel Castro está muerto”, y que buscaría “un mejor trato para el pueblo cubano y el pueblo cubanoamericano”.
Desde diciembre de 2014, cuando Barack Obama y Raúl Castro lograron un avance histórico en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, he estado tratando de imaginar cómo podríamos haber conseguido un mejor trato.
Cuando digo “nosotros”, me incluyo en los más de 11 millones de cubanos nacidos y criados en la isla que están luchando para sobrevivir económicamente; que tienen familia en ambos lados del estrecho de la Florida como resultado de razones económicas o políticas; que vio al presidente 43, George W. Bush limitar estrictamente los viajes y transferencias de dinero de un país a otro; que pagan $2 por una hora de uso de Internet y casi lo mismo para una botella de aceite de cocina. Ese día en diciembre, no conseguimos un acuerdo perfecto pero si uno realista. Tenemos el tipo de trato agridulce que te hace esperar más.
Ahora el presidente electo está haciendo una promesa de Twitter. Mis expectativas son altas. Entonces, ¿cómo sería un mejor trato para el pueblo cubano?
Dos puntos logran un acuerdo general entre la gran mayoría de los cubanos: Estados Unidos debe devolver Guantánamo a Cuba y el embargo debe ser levantado. No hay manera de normalizar completamente las relaciones entre Cuba y Estados Unidos sin hacer estas cosas.
No merecemos tener un campamento de tortura en nuestro patio trasero. Los cubanos no merecen sufrir económicamente sólo para que Estados Unidos pueda hacer que nuestro gobierno se vea mal. Haciendo así por más de cinco décadas, el gobierno de los EEUU ha transformado nuestro sistema político en un faro de la resistencia y de la dignidad.
También hay banderas rojas: derechos humanos, libertad de prensa, libertad de expresión, libertad de asociación. Cuba cuenta con más de cinco medios de comunicación independientes, creados en 2015 y 2016, entre ellos Periodismo de Barrio, El Estornudo, Postdata, Cachivache Media y El Toque. Todas están dirigidas por mujeres y hombres jóvenes que no quieren trabajar para los medios de comunicación estatales. Son diversos en contenido y opinión, pero tienen algo en común: ninguno es financiado por el gobierno de los EEUU.
Cuando decimos “independiente”, queremos decir independiente del gobierno cubano, pero también de los Estados Unidos. No ha sido fácil. Algunos han sido detenidos pero todavía creen en el poder de sus historias. Los cubanos han demostrado que podemos cuidar de nuestros derechos humanos, defenderlos, luchar por ellos. Aunque sea un proceso largo y difícil, confío en que el restablecimiento total de las libertades civiles en Cuba va a ser el legado de mi generación para el futuro.
No soy ingenuo. Por supuesto, estoy perfectamente consciente de que este no es el tipo de acuerdo en el que estaba pensando el futuro presidente. Y tiene mucho sentido. Después de casi 60 años, es difícil esperar “un socio y un aliado” de la élite política en los EE.UU., no importa lo difícil que Obama trató de trabajar para ello. Pero los menos que los cubanos pueden esperar de otro país es el respeto. El presidente electo Trump puede hacer un trato en nombre de sus intereses. Nunca será en nombre del pueblo cubano. Y ciertamente no en mi nombre.
Traducido al español desde The Guardian
