Fidel Castro llegó a Cuba con una promesa que no pudo cumplir. Las generaciones que lo apoyaron y que aún persisten, siguen confiando en “el comandante” y lamentan su muerte, asegurando que Fidel trajo paz y bienestar a los cubanos.
Pero cuando un hombre rige una nación por tanto tiempo, se expone a que las generaciones siguientes sean críticos de su trabajo. Eso se evidencia en una familia cubana unidas por el amor, pero separadas por el tiempo y la razón.
María del Socorro Cadet era una adolescente en la ciudad de Santiago de Cuba cuando vio a los guerrilleros de Castro bajar de las montañas iniciando la “revolución”.
En su memoria está el momento en que el pasivo hombre barbado hacía promesas de avances y mejor calidad de vida. Hasta hoy día sigue aferradas a esas promesas, pese a que Castro ya no se encuentre en este mundo.
“Yo nunca pensé que Fidel iba a morirse. El hizo mucho por la gente, el unió a los negros y a los blancos porque antes había racismo”
María nació en 1942, vivió la dictadura de Batista y se alegró cuando fue derrocado. Ella asegura que la vida antes era muy dura.
Pero su hijo, la segunda generación de su familia, tiene un punto de vista algo distinto. Él nació en 1964, cuando ya Fidel Castro se había declarado abiertamente comunista y comenzó a instaurar la dictadura con mano de hierro.
Manuel del Socorro tuvo que crecer escuchando sobre los ideales revolucionarios, pero asegura que no está con la revolución. A sus 52 años debe ingeniárselas como sobrevivir dentro de un gobierno opresor impulsado por el extinto dictador.
“Yo me entere por la muerte de Fidel cuando encendí el radio y no sentí nada. Yo tengo que salir a buscar medicinas porque no encuentro ni para mi ni para mi mamá”
Y ahora la más joven de ese núcleo familiar parece ser la balanza entre su abuela y su tio. Fátima, una joven estudiante de la Universidad de La Habana, nació en 1996, a pesar de recibir la educación revolucionaria no se considera seguidora de ella, sin embargo su forma de percibir dicho movimiento da a pensar lo contrario.
Fidel Castro no sólo separó familias por el estrecho espacio de mar que hay entre Estados Unidos y Cuba, sino además contaminó generaciones de cubanos que hoy lo siguen y lamentan la perdida del hombre que arrastro a Cuba a la decadencia económica y social.
