De todos los carteles que sacaron a la calle los cubanos de Miami este fin de semana para celebrar la muerte de Fidel Castro, el que me pareció más coherente, radical y lleno de sabiduría popular es este, escrito, por cierto, con una rima consonante: “Raúl tirano, vete con tu hermano.”
Ahí estaba la esencia de un sentimiento que envolvía a quienes se reunieron desde la madrugada del viernes en los alrededores de La carreta, el Versailles y otros puntos de la ciudad. Se sabía que había desaparecido un símbolo, el principal de la dictadura, pero el sistema totalitario continúa vigente y, por lo tanto, la batalla del exilio también.
No se trataba, como han explicado muchos líderes y activistas miamense, del júbilo estúpido por una muerte. El asunto de la fiesta ha sido porque se apagaba el promotor de la muerte de miles de cubanos a lo largo del último medio siglo.
Estos no son rumores, ni habladurías, ni cálculos aproximados, El Archivo Cuba, una reconocida ONG, tiene documentadas 7,179 muertes perpetradas por la dictadura. De ellas, 1,170 son ejecuciones extrajudiciales, 847 muertos y desaparecidos en combate y 18 muertos en huelgas en las cárceles.
A esas cifras se le añade la de los más de 20 mil presos políticos que han ido a una de las 200 prisiones del país, los desterrados, la tragedia de la división de la familia, la ruina de la economía y la persecución a todas las libertades.
De modo que quienes sientan alegría por la ausencia del símbolo de esas desgracias tienes derecho a manifestarla, como se entiende, desde la democracia, que aquellos que sientan que han perdido a alguien querido importante en sus vidas tienen derecho a expresar su tristeza. Y los que quieran llorar sobre las charreteras de sus verdugos o vestirse de luto lo tienen también sobre las lágrimas y a la ropa oscura.
La figura de Fidel Castro inicia ahora un viaje hacia los altares y panteones de la dictadura y, en el plano internacional, hacia las agendas y los murales de la izquierda radical y de algunos que siempre se han sentido socialistas durante las vacaciones pagadas en Cuba por los cubanos, pero asentados en el confort del cruel capitalismo de las sociedades donde viven, ya sea en España, Francia o Italia.
En efecto, el hombre de la Sierra Maestra pasará a ser oficialmente la fuente de la ideología del régimen fracasado que instaló en la isla y sus discursos, las entrevistas que le hicieron, todo lo que escribió en su vida, se convertirán en materia de estudio, raíz del fervor revolucionario que debe contribuir a eternizar la dictadura.
Sus peroratas densas, los discursos sin fin donde llegó a explicarle a la gente hasta el mejor método para freír papas o cultivar una hierba que quitaba el hambre que él mismo promovió entre sus compatriotas, pasarán a ser parte fundamental de los currículos del sistema de adoctrinamiento, que allá llaman educación. Y sus frases sueltas sobre cualquier tema humano o divino serán la guía que los altos jefes y los funcionarios del partido usarán en su empeño por no bajarse del poder.
Siempre he creído en esta idea de mi amigo Carballido Rey: El tiempo es un centinela insobornable. Y estoy seguro que de este nuevo puesto celestial que le han dado a Fidel Castro lo van a sacar también un día.
Por Raúl Rivero
Publicado originalmente en Canf.org