El cubano Armando Correa, editor en jefe de la revista People describió cómo fue regresar a Cuba tras la muerte de Fidel Castro, una figura que marcó la vida de miles de familias cubanas, divididas hoy aún en dos mares.
“Cuando nací en Cuba, Fidel Castro estaba en el poder. Cuando me fui al exilio en 1991, Fidel Castro todavía estaba en el poder. Cuando volví el lunes 28 de noviembre de, 2016, Fidel Castro era un puñado de cenizas”
Correa viajó a la isla no como un periodista que cubriría el funeral del dictador, sino como invitado de la aerolinea JetBlue, que estrenaba su vuelo desde Nueva York a La Habana. Vivió a su llegada las imposiciones del régimen de un duelo forzado, para él nada nuevo.
“Sólo habían pasado 24 horas después del anuncio de la muerte de Castro, sin embargo, las directrices para el duelo nacional fueron empujadas sobre los ciudadanos y extranjeros por igual: el uso de colores brillantes se consideraba ofensivo; en algunos casos, el consumo de alcohol fue visto como una falta de respeto; escuchar música, bailar o cantar era inaceptable. Nada nuevo para mí, ya que crecí bajo el gobierno de Castro, donde incluso el dolor y la pena se le imponen.”
Recordó como en el despegue del aeropuerto de Nueva York fue con pasajeros felices que cargaban sus propias banderas cubanas en miniatura.
“Cuando aterrizamos en La Habana, en el aeropuerto internacional José Martí, también vi una bandera de Estados Unidos ondeando junto a su homólogo cubano exterior de la Terminal 3. Era una vista increíble para un cubano que creció bajo un régimen que calificó a Estados Unidos como el mayor enemigo del pueblo cubano.”
En su artículo titulado Cuba sin Fidel, comenta que la muerte del dictador es “simbólica” considerando que para muchos exiliados, la muerte le llegó cuando decidió nombrar a Raúl como su sucesor.
“El camino hacia el cambio es innegable. Puede ser un tiempo en llegar, pero una cosa es segura: nadie puede correr más rápido que el tiempo. Cuba debe abrir sus puertas al siglo XXI, el pueblo merece eso”