José Alvear Sanín
Hemos llegado al cogobierno entre un grupo comunista y narcoterrorista y sus compañeros de ruta en Palacio. La transición del modelo democrático y representativo hacia el totalitarismo en versión castro chavista está en marcha.
Quienes vivan esta triste historia no podrán dejar de responsabilizar a los culpables de la entrega. Entretanto, no podemos dejar de considerar la indolencia de los propietarios de medios masivos frente a la toma de los mismos por todos los corifeos mamertos (¡mientras el P y G no sufra!); el interesado apoyo a un proceso de sumisión por parte de los “cacaos” (¡mientras haya contratos proficuos!), la obediencia cegatona de militares que en vez de defender la Constitución y la ley se pliegan por ascensos y primas; el silencio culpable de la mayoría de la Conferencia Episcopal (con honrosas excepciones como la de Monseñor Libardo Ramírez): muchos obispos están felices participando en conversaciones, diálogos, mediaciones y comisiones, mientras sus colegas miran para otro lado…
Algunos pensarán que en mi listado omito la justicia, la universidad y los partidos tradicionales. Por desgracia, esas instituciones estaban ya perdidas para la democracia desde antes del proceso habanero, pero de los medios, los gremios, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, nadie podía anticipar tanta perfidia y cobardía…
El comunismo, históricamente, ha sido el peor enemigo que ha enfrentado el Cristianismo en veinte siglos: El martirio de la Iglesia rusa bajo Lenin y Stalin; la persecución implacable bajo la Revolución Mexicana; la barbarie durante el tramo rojo de la República Española; la eliminación de toda libertad religiosa con Mao, Kim Il-Sung y los jemer rojos, y la práctica supresión de la Iglesia bajo Castro, suma de horrendos episodios sobre los extremos a los que puede llevar el fanatismo revolucionario. No olvidemos que, para Vladimir Ilich, la conducta más abominable era cualquier indicio de práctica religiosa…
No solo por motivos teológicos, la Iglesia Católica siempre señaló la incompatibilidad entre Cristianismo y Comunismo. Todos los papas fueron constantes en ello, hasta que recientes y lamentables gestos y pronunciamientos, de tres años para acá, han revivido la teología de la liberación (TL).
Ahora bien, esa TL siempre ha sido un cuerpo extraño e invasor, de centenares de infiltrados en el sacerdocio que, amparados en una fementida opción preferencial por los pobres, tergiversan y corrompen, en clave marxista, la doctrina católica, para ponerla al servicio de una revolución, dizque libertadora.
Actualmente sus más reconocidos exponentes (todos castristas) son Leonardo Boff, Frei Betto y Boaventura de Sousa Santos, sin que nos falten en Colombia lacras, especialmente en la que antes sí era Compañía de Jesús.
Antes de Castro, la Iglesia cubana afrontaba dos graves problemas: una escasez de vocaciones que los obligaba a importar la mayoría de los sacerdotes, y la persistencia de la santería en amplias capas populares.
Después de quitarse la careta y declararse comunista, Castro suprimió prácticamente el catolicismo cubano: abolición de la navidad (tolerada a partir de 1997) y la semana santa; expulsión del clero extranjero; confiscación de todas las propiedades eclesiásticas; cierre de colegios, hospitales, seminarios y publicaciones católicas; indoctrinación de la niñez en el materialismo dialéctico; intimidación a los padres de familia cuando enseñan a sus hijos a rezar; interdicción del empleo para los creyentes; abortismo desenfrenado que ha hecho de Cuba uno de los países más envejecidos del mundo; numerosos disidentes católicos condenados a interminables prisiones, etc.
Pero desde hace unos treinta y cinco años, el régimen se convirtió en el principal promotor de la TL en el resto de América Latina, porque Castro sostenía que para el éxito de la revolución continental era más importante la infiltración en la Iglesia que la misma actividad del partido comunista. Además, era conveniente invitar a los últimos tres papas, que fueron recibidos por nutridas multitudes debidamente conducidas.
Puede continuar leyendo en twishort