Fue una semana curiosa para que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lanzara un programa de radio tan alegre.
Parecía probable que la polarización política en Venezuela desembocara en violencia callejera generalizada la semana pasada hasta que la intervención divina, en forma de conversaciones mediadas por el Vaticano entre el gobierno y la oposición, provocó que todos dieran un paso hacia atrás. Dos sobrinos de la primera dama de ese país tienen programado un juicio federal por narcotráfico en Nueva York esta semana. La inflación llegó a niveles tan graves que los negocios han comenzado a pesar, en lugar de contar, pilas de bolívares, cada vez más devaluados.
Sin embargo, no hubo ninguna pista de que todo se estaba derrumbando en el palacio presidencial durante la emisión de Maduro de “La hora de la salsa” hace unos días. El programa de radio conducido por el presidente se transmite todos los días al mediodía en la estación de radio gubernamental, en homenaje a la herencia cultural del país y la esencia “de un pueblo que la oligarquía nunca podrá decodificar ni entender”, según explicó Maduro en la primera transmisión.
Seguir leyendo en The New York Times