Y Obama sorprendió al mundo. El presidente “más querido” y el simpático americano que encantó a los cubanos a su visita amaneció hoy siendo un monstruo de dos cabezas para una buena parte de la población cubana que durante décadas vio como el único escape a la crisis – aún no admitida por muchos- a la política de pies secos, pies mojados.
Durante años el discurso ‘antiimperialista’ fue el más crítico de esta política que permitía que todo cubano que lograra pisar tierra estadounidense fuese amparado por la Ley de Ajuste Cubano.
Pero ¿Realmente esto era un problema para el régimen?
Al régimen de Castro nunca le ha importado que se lancen por decenas al mar de la felicidad. Por el contrario, han sido menos soldados en una batalla que han debido librar los cubanos desde el principio: la batalla de la libertad.
Un río cercado tarde o temprano se desbordará, a menos que encuentre un cauce. Eso ha sido esta política. Ha sido más fácil lanzarse a aguas profundas, dejando lo mucho o poco que puedas reunir en la construcción de una balsa que decidir enfrentar a la tiranía, que alzar la voz y decir ¡Basta ya!
Y eso lo ha sabido el régimen. La decisión de Obama no fue tomada en un arranque sorpresivo, en un impulso nervioso, no. Esto viene caminando de hace meses de negociación. El régimen sabía lo que podía venirse y esa es la razón del incremento a la represión. Sabía que cuál jaula de encierro, tendría que imponer la ley del más fuerte. Por eso vemos que las detenciones ya no son de horas, sino de largas semanas como el caso de Danilo ‘El Sexto’ Maldonado, aún encerrado por el régimen.
Cientos de emigrantes por el mundo, desde suramericanos hasta españoles admiten que las malas políticas de sus gobiernos, la corrupción desenfrenada de sus entes han sido los causales del abandono de su tierra. ¿Por qué los cubanos no admiten que es también esa la razón para huir de la “ciudad maravilla”?
¿Problemas económicos? ¿Acaso no es el gobierno quien nacionalizó y expropio absolutamente todas las industrias? ¿No es el castrismo quien pone miles de obstáculos para el impulso de los emprendedores en Cuba? ¿No es el castrismo el que obliga a trabajar el campo, enriqueciéndose de la producción pero ofreciendo la limosna a quien honradamente la trabaja? ¿No es el régimen de Castro quien persigue, amedrenta y encarcela a todo aquel que tan siquiera piense en pronunciar la palabra democracia? ¿O tampoco es el régimen quien se ha enriquecido vilmente a costas de convenios internacionales cuyos beneficios nunca han visto los cubanos pero si han sido explotados para poder cumplirlos?
¿O no son las remesas una válvula de oxígeno para un gobierno que no produce nada, carente de divisas?
La decisión de Obama no debería de sorprender. Se corresponde íntegramente con el discurso que tanto enamoró a los cubanos dentro y fuera de la isla. Sus palabras fueron claras: “El futuro de Cuba estará en manos de los cubanos”. Allí la esencia, la clave, la determinación de una decisión que liberó a Trump de ser “el malo de la película” y le deja a Obama la certeza de que su legado, por el que trabajó, la emancipación de los cubanos, puede finalmente producir efectos notorios.
No se trata de pies secos o pies mojados. Se trata de poner los pies sobre la tierra. Entender que el pueblo cubano se adormeció porque quienes tuvieron la fuerza económica de la isla, zarparon apenas se reveló la dictadura, porque los jóvenes eligieron escapar, antes de que jugárselas todas rebelándose ante un sistema opresor, dictatorial, cobarde.
Obama labró el camino y en política, los tiempos son fundamentales. Fidel ya se fue, Venezuela está en ruinas y no podrá seguir manteniendo a sus anchas al régimen. El descontento resuena en la isla, el miedo puede perderse y la presión de todo un pueblo, que ha logrado ver que el “Imperio” no es tan malo como decían, que la vida buena no está dentro de una tarjeta de racionamiento. Es tiempo de pisar firme y no esperar ningún Mesías.
Nadie puede resolver los problemas de Cuba, más que los propios cubanos.
Llegó la hora.