Aunque en provincias del centro y oriente de Cuba es muy frecuente el uso de caballos para realizar faenas o transportar pasajeros, su abuso es una realidad porque no hay ley que obligue a su cuidado y regule su explotación.
En pleno siglo XXI la protección a los animales está entre las cuestiones menos discutidas. Mientras los escasos esfuerzos en este sentido se concentran en proteger a perros y gatos, la existencia de los equinos -considerados solo fuerza de trabajo- es dura e ingrata por la mano del hombre que lo fustiga sin miramientos. Después el animal es cruelmente sacrificado.
Por ejemplo en Holguín hay más caballos (coches) que ómnibus; la frecuencia esporádica de los últimos obliga a las personas a recurrir a los llamados coches.
Desde el reparto Pueblo Nuevo hasta el centro de la ciudad o el Valle de Mayabe los caballos deben recorrer largas distancias enganchados a una pesada carreta donde van ocho o nueve personas, además del cochero.
Cuando llegan a destino apenas pueden tomar un respiro antes de emprender la misma rutina de regreso por calles estrechas y llenas de baches donde también circulan, desordenadamente, toda clase de vehículos.
Como viene sucediendo en el sector privado, el aumento de impuestos y la vigilancia canina de los inspectores -más concienzudos en Holguín que en la capital-, han influido en la dinámica de esta actividad económica que, de no existir, afectaría la vida cotidiana y laboral de los holguineros.
Además, ha disminuido el precio del pasaje, medida razonable si se tiene en cuenta que vale tres pesos y la mayoría de los clientes necesita realizar dos o tres viajes diarios en coche. Si este importe se multiplica por cada día hábil, es fácil deducir que la suma de 120 o 180 pesos representa un hueco enorme en un salario promedio que no rebasa los 500 pesos mensuales.
Lo anterior incide sobre todo en una provincia como Holguín, donde mucha gente intenta vivir de su salario.Si el usuario reclama el Estado presiona y el cochero tiene bocas que alimentar; la soga revienta por lo más delgado: el caballo.
Frank Luis es un cochero que tira pasaje desde Pueblo Nuevo al Valle de Mayabe (3 kilómetros aproximadamente), comentó a CubaNet que no es recomendable que un caballo realice ese esfuerzo más de tres o cuatro horas diarias.
Este trabajo es muy duro para el caballo, sobre todo porque las carreteras están muy malas y se puede torcer una pata o recibir un golpe de un carro (…) Lo justo que se le puede sacar en cuatro horas de trabajo son 200 o 250 pesos, pero no más si quieres que te dure unos años.
La cifra parece enjundiosa con respecto al salario promedio en Cuba pero pierde todo su encanto al conocerse que el cochero debe pagar al Estado la licencia (100 pesos), seguridad social (87 pesos) y derecho de piquera (20 pesos). A ello habría que sumar el pago del corral (25 pesos diarios), pues hay quien no puede tener al animal en casa; se anexan además los gastos considerables por alimentación y atención veterinaria.
Otro inconveniente es la escasez de piezas para arneses y carretas. La mayoría de los caballos utilizados para el transporte usan arreos improvisados que les lastiman dientes y encías haciéndolos sentir visiblemente molestos. Las lastimaduras producidas por el bocado son particularmente dolorosas cuando el cochero jala las riendas para guiar al animal, provocándole irritación y descontrol.
Abundan carros defectuosos cuyas insuficiencias técnicas y trastabilleos son compensados por la fuerza bruta del caballo, lo cual inevitablemente le produce daños acumulativos en huesos y músculos.
Se estima que los caballos utilizados en estos menesteres viven alrededor de 15 años. Aunque algunos cocheros ofrecen a su animal el mejor cuidado posible, no es de extrañar que la mayoría termine reventada en pocos meses de trabajo.
Redacción CPEM/ Con información de CubaNet