Un país rico plagado de pobreza. Aunque parezca incongruente, es la cruda realidad venezolana. Hoy miles de niños padecen la escasez de productos básicos y fundamentales para su sano crecimiento en la nación caribeña.
Si bien los bajos precios del petróleo han incidido en la precaria situación venezolana, por otra parte, se podría decir, que la “Revolución bonita, anti-imperialista, chavista, bolivariana y socialista” lleva más de una década y los avances en materia de mejoramiento de calidad de vida de su población, aún están por verse.
Un país donde escasean los alimentos y las medicinas por doquier. Sea en Caracas o en las ciudades periféricas, no hay manera de conseguir los productos de manera natural y normal como en cualquier país estable.
Madres que si bien encuentran la leche, carecen de azúcar o de la crema de arroz, o de proteínas, como pollo, pescado y carne, para la elaboración de las nutritivas sopas infantiles. Madres que cuando tienen un producto es porque no tienen dos. Es una situación que hace insostenible la dieta infantil balanceada.
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Mientras, la población infantil sufre las consecuencias de una ineficiente gestión gubernamental. Cabe señalar que, la organización Transparencia Internacional ubicó recientemente a Venezuela como el primer país con mayor índice de corrupción en Latinoamérica y dentro de los diez primeros países más corruptos del mundo.
La situación parte el alma, niños y niñas que claman por un mejor porvenir, en un país sumido en la miseria y en la improductividad endógena.
Redacción CPEM