Quizás Cuba pueda ser el único país donde los conductores anden cotidianamente a bordo de carros Ford de la década de los 30 sin embargo el tránsito en la isla no resulta tan pintoresco todo el tiempo como el de las postales de visitantes a bordo de un Corvair 1960, el modelo más reciente de vehículos en la isla.
En Cuba la década de 1950 dejó como modelo más reciente a vehículos Chevy y Chrysler que desde que se instauró el embargo comercial han servido como una especie de cápsula del tiempo que atrae a los entusiastas y fanáticos del automovilismo a echarle un vistazo a los clásicos que aún permanecen andando en Cuba.
Sin embargo, a medida que Estados Unidos comienza a levantar ciertas restricciones para viajes de estadounidenses a Cuba, un nuevo libro podría derrumbar esa fachada de que Cuba está repleta de automóviles que te transportan con romanticismo a épocas pasadas.
Es así como lleva la ‘Cultura de carros en Cuba: celebrando el romance automotor de la isla, una pieza literaria perfectamente ilustrada escrita por Bill Warner y Tom Cotter, literatura que esfuma la idea de que Cuba es un paraíso de los automóviles de antaño.
Tras la imposición del embargo con la llegada de Fidel Castro al poder, no solo los carros nuevos dejaron de llegar a la isla, sino también dejaron de importarse repuestos, lo que obligó a los propietarios a remendar con piezas rusas y checoslovacas y solventar para extender su vida útil.
“El pueblo cubano está tan cansado de estas piezas antiguas-de – **** coches” citan los autores quienes además reseñan que una vez que los conductores tengan la oportunidad de comprar un carro nuevo, lo harán.
En otrora, Cuba fue alguna vez el mercado de automóviles más grande de América Latina y el principal importador del mundo de carros americanos, ahora sin darle la bienvenida a uno en más de 60 años. Tras la llegada de Fidel al poder, el revolucionario impuso un 200% en impuesto al lujo que incluía también a los automóviles lo que hizo prácticamente imposible su adquisición antes de que se estableciera el embargo en la presidencia de Dwight D. Eisenhower.
Los vehículos que han vagado por décadas muestran su deterioro. “Cuando se lee sobre ‘los coches americanos clásicos impecablemente restaurados,’ no crean una palabra de ella,” escriben los autores.
Más bien, su Frankenstein apariencia – creo luces traseras VW en un Buick, o papel de aluminio para prestar la ilusión de cromo – es una prueba de ingenio cubano.
“Viejos, la mala calidad del gas, y una ausencia casi completa de piezas de repuesto correctas, y usted comenzará a apreciar cuán ingeniosos son los cubanos.”
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de Forbes
