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Pies secos/Pies mojados ¿Y ahora qué?

Pies secos/Pies mojados ¿Y ahora qué?
Pies secos/Pies mojados ¿Y ahora qué?
Pies secos/Pies mojados ¿Y ahora qué?
Pies secos/Pies mojados ¿Y ahora qué?

El barullo por la última concesión de Barack Obama al gobierno de Cuba antes de entregar la presidencia, todavía repercute en Miami. La población se manifiesta y la televisión y la radio continúan hablando de la medida: unos a favor, otros en contra, sin que nadie ose agredir al oponente por su criterio. Hay muchas expectativas y esperanzas en el presidente electo: el exilio cubano es mayoritariamente trumpista, aunque también de Trump se dicen horrores. Hasta se habla mal de lo más hermoso que  posee: su esposa Melania…

En Cuba “el silencio de los corderos” se mantiene intacto. La prensa oficialista es la palabra sagrada que representa el sentir de los once millones de cubanos –si es que acaso todavía quedamos once millones–, tanto de los familiares de los que aún permanecen enmarañados por Latinoamérica en el limbo de la incertidumbre, como de aquellos que recibieron la mala nueva ya con las mochilas hechas para el viaje. Ilusorio es el margen que dejan Cristina Escobar en el noticiero de televisión y Josefina Vidal como portavoz de la cancillería al razonamiento privado: ellas piensan, aprueban y desaprueban por toda la ciudadanía cubana.

Obama sorprendió al Gobierno de la Isla al conceder una petición oficial que, lejos de aguardarla con vehemencia, era una solicitud política tan poco deseada como la derogación del embargo que, ambas unidas, justifican “las malas intenciones del imperialismo”.

Cada ciudadano que abandona su tierra natal es gota de plasma que se pierde en el cuerpo de la nación que se desangra.

La congelación del decreto pies secos/pies mojados beneficia en parte al Gobierno de Cuba por impedir que personas capacitadas en el país, cuya educación haya sido “absolutamente gratuita”, emigre a los Estados Unidos y rinda los frutos de su profesionalidad en tierra extraña. Cada ciudadano que abandona su tierra natal es gota de plasma que se pierde en el cuerpo de la nación que se desangra. Pero en vez de llevarse a un análisis objetivo en las altas esferas del poder el por qué los cubanos priorizan emigrar a toda costa, en vez de buscar soluciones internas a las aspiraciones inherentes de esos nacionales que emigran, la dirección del país se considera con todo el derecho legítimo del padre autoritario que pretende mantener bajo su tutela, explotación y miseria al hijo por el simple hecho de haberlo creado.

Por otra parte, el cierre hermético a la estampida, cuando a solo noventa millas del Estrecho existe un mundo súper desarrollado con un sinnúmero de vertientes a escoger por cada individuo, pudiera levantar una marea impopular de incalculables consecuencias. Cierto es que los cubanos continuarán emigrando a otros países, inclusive al más empobrecido del área –o hasta Samoyedo en la Siberia, como me confesó una amiga hace algunos días con clara determinación– pero en menor cuantía. Aunque en Haití el salario mínimo es superior al de Cuba, allá se carece de muchos beneficios paternalistas en muchas áreas sociales.

También ha de tenerse en cuenta que la Ley de Ajuste Cubano continúa allí. Este decreto del expresidente norteamericano solo entrecierra la puerta que en cualquier momento pudiera abrirse otra vez; pero que hoy por hoy, bajo la crisis económica que soporta Cuba y el proyecto de estampida de profesionales jóvenes y pueblo en general como único camino para conseguir un futuro promisorio, este hermético cierre de válvula, deberá traer un mayor compromiso del Estado cubano con la población.

Fue una oportunidad perdida por el gobierno cubano no “mover fichas” cuando el demócrata accedió, unilateralmente, a ofrecer aperturas; ahora el “negro” se fue de la Casa Blanca y ha tomado su lugar un anciano nacionalista, intransigente y poco amigo de las medias tintas.

Aunque todavía las discusiones callejeras se asientan en temas como el béisbol, el fútbol, el halago al picadillo de soja que llegó a la bodega y el adelantado calor del verano, la inconformidad se esconde tras bambalinas y puede abrirse camino. A pesar de que la población carece de información extraoficial y prefiere soportar el aguacero “luchando” el dinerito para comer, a riesgo de que un día tenga que enfrentar los tribunales, la oposición continuará in crescendo a pesar de que más del noventa por ciento de los cubanos ni se entera de los movimientos que ya se revuelven en la Isla, como es el caso del grupo de mujeres vestidas de blanco que salen a misa los domingos con una flor en la mano y son detenidas y mancilladas mientras se proclama por los medios el respeto absoluto a la dignidad femenina

Por 

Written by Pedro Armando Junco López

Pedro Armando Junco nace en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 6 de noviembre de 1947. Hijo de un hacendado de clase acomodada, cursa la enseñanza elemental y media en el Colegio Episcopal de San Pablo en esta ciudad. Luego del 1959 pasa a ser Maestro Popular, pero continúa sus estudios de manera autodidacta.

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