Soñar a lo grande. Las mujeres en la historia han cumplido un verdadero rol “revolucionario”. Uno real, no de discurso. Este es el caso de Hatzumy Carmenate, una niña que con tan solo 13 años de edad sueña con boxear y hacerlo con ganas, bien sea en Cuba o en Nueva York, donde está su padre que emigró de la isla mientras ella quedó en un país donde las mujeres tienen prohibido practicar este deporte.
Es así como su sueño busca imponerse y abrirle el paso a muchas jóvenes que como ella, sueñan con ser boxeadoras. En Cuba se prepara para quizás su gran triunfo en Estados Unidos, el día que su familia se reencuentre en la Gran Manzana.
The New Yorker viajó a La Habana para contar su historia, un caso verdadero de que querer es poder y que siempre se puede luchar por sus sueños, aunque se trate de nadar contra la corriente.
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En Cuba aún no se permite que las féminas puedan practicar este deporte. La Federación Cubana de Boxeo, aún no ha dado luz verde para que las mujeres puedan entrenar de forma regular y organizada. Sólo así podrían viajar a competencias internacional y recibir entrenamiento.
“Mi papá fue mi primer maestro desde que era chiquita. Cuando llovía y todos temían, él nos quitó ese miedo. No importaban los truenos, los relámpagos” comenta Haztumy, hoy entrenada por Luis Pérez.
Sin embargo, Hatzumy continúa con su sueño con el respaldo de su familia. Su madre, Noemí Bernabé, está plenamente enfocada en hacerlo posible y darle el apoyo que necesita.
“En casa era disciplina: desayuno, almuerzo y comida, antes de eso había que hacer doscientas planchas (lagartijas)”, asegura Noemí.
Su entrenador también está convencido en que Hatzumy puede llegar lejos, conociendo las capacidades de su pupila.
“Si el profesor del Cerro me dice que puede pelear con un chico, la ponemos a pelear”, asegura Pérez. E inmediatamente la acción se va a Hatzumy, que se alista, pela y vence por superioridad técnica ante su oponente.
Actualmente en Cuba, solo una docena de mujeres se dedica a esta práctica deportiva con sus propios recursos, esperando por la aprobación de las autoridades de la isla. Bajo la mirada de la esperanza, su madre apoya a Hatzumy a luchar por sus sueños aunque aún no sea bien visto por la sociedad. Como quien dice “contra viento y marea”.
“Cada persona es un mundo, un universo. Nosotros lo dirigimos como padres, para que nuestra flecha dé en el blanco”, resume la madre esperanzada.
Redacción Cubanos por el Mundo
