Una de las necesidades básicas para vivir dignamente, es contar con un techo que posibilite una estancia sólida y segura. Actualmente, muchos cubanos carecen de esta condición mínima para garantizar su calidad de vida en la tierra que los vio nacer y según parece, para el régimen, esto no cuenta dentro de sus prioridades.
Hoy muchos cubanos lamentan la crítica situación que padecen con el estado de las viviendas en la isla. Si bien, son ciudadanos trabajadores, que se levantan día a día y salen a producir, sus salarios no alcanzan para remodelar sus casas y menos para adquirir un techo propio., en tanto el Estado tampoco le asigna una vivienda.
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En tanto el régimen se hace de la vista indiferente, no parece interesarle el estado actual en que se encuentran muchas familias del lugar, que incluso llevan a su cargo la crianza de sus pequeños hijos.
Y aunque en Cuba solo pueden comprar vivienda los nacidos en la isla, el salario promedio de los cubanos ronda los 40 dólares mensuales, lo que hace que el hecho de pensar en una vivienda digna, más que un sueño, se convierta en una utopía.
Una mujer cubana, madre de familia, manifestó su opinión respecto a la situación de la vivienda en Cuba, así dijo:
Malísima, porque nosotros desde que pasó el ciclón, están que nos van a dar, nos van a dar y no nos dan nada
En tanto, un cubano reveló que vive en una casa que tiene piso de tierra, aun cuando se declara “combatiente” y fiel a la revolución castrista, en tanto el gobierno ha manifestado que están eliminando ese tipo de uso en la isla.
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Por otra parte, la situación afecta la conformación de familia a futuro. Los jóvenes temen casarse, porque no hay nada que les garantice tener un hogar propio. Muchos optan por vivir en las casas de sus suegros, lo cual afecta la libre relación de la pareja, que en ocasiones termina por separarse y buscar un destino particular. Y en casos más extremos, la situación provoca un hacinamiento de alta envergadura. Un cubano reveló, que hay parejas que tienen en una sola casa de pequeña dimensión, hasta ocho y diez niños.
Redacción CPEM
