Hay quienes ven oportunidades de negocios en todas partes, incluso donde imperan los regímenes más férreos y este es el caso de muchos extranjeros, que tras el fin de la medida que prohibía la compra y venta de casas en Cuba, han visto como un negocio adquirir viviendas en malas condiciones y convertirlas en verdaderas mansiones.
De hecho, muchos extranjeros hoy día optan por casarse con cubanas y proceder a levantar sus “imperios” en muchos lugares de la isla, pero fundamentalmente en La Habana y como es de esperarse, se constituyen en enclaves que difieren completamente del resto de las construcciones del lugar, donde los cubanos multiplican sus esfuerzos para lograr hacer alguna remodelación o terminar de construir sus casas.
Y es que amparados por la protección y facilidades que les brinda el Estado sobre los nacionales, casi todos estos extranjeros han contraído matrimonios con jóvenes cubanas, a fin de legalizar sus propiedades, donde no ha faltado desde la propuesta de dinero a los inquilinos hasta el soborno a las instituciones del Estado y funcionarios públicos, como estrategias que le vienen brindando resultados evidentes al ver consolidadas sus fastuosas construcciones.
HASTA LAS IGLESIAS PADECEN EL PODER QUE OTORGA EL DINERO
Uno de los casos más emblemáticos lo constituye la Iglesia Evangélica de Jaimanitas, que fue cerrada dada las quejas de los vecinos del lugar, en virtud de la música alta que utilizan durante sus predicas y porque la propiedad estaba registrada como como vivienda y no como iglesia.
Los feligreses construyeron su iglesia en una antigua casona de madera en Marianao, donde en escaso tiempo fueron alentando a otros cubanos a incorporarse a la predica de esta fe, entre ellos se ubicaban muchos borrachos, locos, delincuentes y jineteras. En tanto, la iglesia fue creciendo, la Liga Evangélica les donó un moderno equipo de audio y la potente voz del pastor se escuchaba a muchas cuadras de distancia, lo que sirvió de causa suficiente para que llegaran los inspectores de Vivienda y los desalojaran del lugar, donde hoy en día se levanta la mansión más grande y ostentosa del pueblo, propiedad de un extranjero.
Pero este no es el único caso, existe otra construcción majestuosa, que sobresale de las del resto en la calle Primera, a la orilla del mar, que era la antigua y muy modesta vivienda de “El Yety”, un individuo que se tiró a la bebida y quien vivía con su hermano, que era también alcohólico y falleció producto de cirrosis.
“El Yety”, quien se encontraba sumido en el alcoholismo, contaba además, con un terreno yermo que lo circundaba. Pero un extranjero llegó “y me puso en la mano seis mil faos que me metieron en la pelea. Me compré un cuarto en Buena Vista, nada del otro mundo, pero tengo asegurada la curda por lo menos todo este 2017”, afirmó el cubano.
En lo que fue la propiedad de “El Yety” hoy se evidencia una mansión de tres pisos, dos terrazas, siete habitaciones, tres garajes, aire acondicionado central y un mirador. Además, “Han eliminado el basurero que había al lado de la casa, destupieron la zanja del desagüe que va hasta el mar, construyeron un parquecito, un malecón y arreglaron la acera”, comenta “Guisaso”, un vecino del lugar.
Tal como parece, muchos extranjeros están optando por hacer su “agosto” e invertir en la Cuba del deshielo, a costa de la pobreza y de las evidentes necesidades que padecen los autóctonos, ante la mirada indiferente de un régimen que no termina de crear las condiciones para garantizar la calidad de vida de los pobladores en la isla.
Redacción CPEM | Con información de diariodecuba
