La fuerza de una tanqueta no pudo con la rebeldía de una sola mujer. Su cabello plateado, señal de vivencias y experiencias que pudieron – quizás- darle el valor para enfrentar con su cuerpo a la unidad militar que arremetía en contra de los manifestantes en la ciudad capital de Venezuela.
Quizás el recuerdo de un país próspero que añoran los venezolanos la hizo tomar la delantera, o quizás el hastío de ver en ruinas a la nación con las mayores reservas de petróleo en el mundo la obligó a rebelarse ante el régimen de Nicolás Maduro.
¿Armada? Solo con la bandera tricolor que representa a la tierra de Bolívar, con la que además cubría su cabeza con una gorra popularizada desde las elecciones presidenciales de 2012 cuando Henrique Capriles Radonski se enfrentó contra Hugo Chávez y le arrebató el simbolismo de la bandera de Venezuela, para nuevamente ser usado por toda la población, no solo por el chavismo.
La determinación de esta venezolana podría ser a su vez el nuevo símbolo de la desigual lucha que se libra actualmente en Venezuela. Millones en las calles desarmados protestando pacíficamente contra grupos armados amparados por los cuerpos de seguridad que también salen a reprimirlos.
La prensa internacional ha dado amplia cobertura a la valentía de esta mujer, quien decidió avanzar apresuradamente y pararse firme frente a la tanqueta de la Guardia Nacional Bolivariana conocida popularmente como el “rinoceronte”, vehículo de corte bélico con el que cuentan las Fuerzas Armadas en gran cantidad para hacerle frente a las manifestaciones opositoras.
“En algunos momentos se mantuvo fija frente a los oficiales, quienes intentaron quitarla con agua a presión. Otros manifestantes intentaron llevarla a resguardo y tampoco obtuvieron resultado” reseña la BBC.
Quedó además registro de cómo la mujer fue llevada por dos guardias nacionales en una moto, ya sin su gorra, para quitarla de la autopista Francisco Fajardo, lugar de la simbólica imagen.
Redacción Cubanos por el Mundo
