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Otra jugada sucia de la Seguridad del Estado

Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente. Foto: Cortesía
Mario Hechavarria Driggs, periodista independiente. Foto: Cortesía

El sábado 22 de abril  me disponía viajar a la República de Colombia. Marchaba a recibir un  taller de Escritura y Narración,  impartido por el Centro de Estudios De Derecho, Justicia y Sociedad entre los días 24 y 30 del presente mes. En el viaje me acompañaban  los periodistas Vladimir Turro, Frank Correa, Rosa Avilés y  Dorita,  hija de la periodista Magalis Norbis.

Ya en el y pasados los controles de Aduana e Emigración en el aeropuerto “José Martí”,  me disponía a  abordar el avión 356 de la aerolínea Copa. Haría escala en Panamá, para  luego  continuar viaje a la ciudad de Bogotá, Colombia.

Sentado en mi puesto, recibo una llamada de una tal  Lidia, alguien que no conozco.  Me dice que mi esposa Maritza Guzmán  fue  con urgencia hacia el Pediátrico de Centro Habana, con mi hijo Josué Fabián. Esta señora aseguraba  que el niño  tenía fiebre alta y  mucho  dolor de cabeza. Con posibilidades de ingreso porque los médicos  sospechaban Meningoencefalitis, es decir la llamada enfermedad del caballo. Al revisar el número de teléfono, veo que es el número del móvil de mi esposa.

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Muy preocupado,  decido dejar el avión. Luego  fui conducido por un oficial de Emigración hacia una oficina en la sala de embarque. Allí me esperaban varios oficiales de la llamada Sección 21, Seguridad del Estado. Los llamados Camilo, Ronald, Raúl y un tal Maykel.

Camilo me enseño varias fotos de tres turistas colombianos que viajaron  a Cuba recientemente y que estuvieron hospedados en el hotel Plaza.  Me preguntaron los objetivos del viaje. A todas sus preguntas respondí que no sabía nada.

Una  hora después,  en un auto Lada color rojo  me  condujeron hacia la avenida Boyeros. Allí me dejaron abandonado al descampado,  bajo un fuerte aguacero. Al llegar a mi casa  conté lo sucedido a mi esposa  y esta  me dijo que al niño no le había pasado nada ni a ella ni al niño. Aseguró que no podía haber efectuado ninguna llamada telefónica pues no tiene saldo en el móvil.

Sintiéndome mal, lamente profundamente  haber abandonado el avión. Al día siguiente  acudí  con mareos al policlínico “Antonio Guiteras”. El médico que me atendió diagnosticó un cuadro de hipertensión arterial de 190 con 110, algo que nunca antes padecí. Gracias a la Sección 21, había debutado como hipertenso. El médico me indicó  Enalapril y el diurético Hidroclorotiazida. Aun me sigo sintiendo mal, engañado y abusado por la prepotencia e impunidad de unas autoridades que se supone deben proteger a los ciudadanos de este país.

Por Mario Hechavarria Driggs

Written by Mario Hechavarria Driggs

Periodista Independiente
Autor del Blog La Santanilla

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