En una fecha tan especial como el Día de las Madres, abundan las mamás e hijos cubanos que se recuerdan desde cualquier parte del mundo. Son madres o hijos que partieron de la cercada Isla para labrar un futuro y ayudar a quien quedó con una mano alzada en señal de despedida y, con la otra, enjugó sus lágrimas mientras anhelaba el reencuentro.
Estas historias, tan sentidas por muchas familias cubanas, dejan huellas imborrables en el alma cuando alguien inicia el viaje hacia el mundo libre. Quien emprende la ruta no solo se llevará la imagen de aquel adiós, sino además la Isla dentro de su corazón.
Así lo cuenta Esteban Fernández, quien confiesa que cada mayo recuerda ese tema sagrado, calificado como uno de los instantes más importantes e inolvidables de la vida de todos los cubanos que decidieron partir. Para él, no hay “mejor madre” que una madre cubana, así lo expresa:
Yo, con 17 años de nacido, en el Aeropuerto José Martí, metido en la “pecera”, allá a lo lejos veía a mi madre con un pañuelito de seda en una mano secándose las lágrimas y con la otra diciéndome adiós. Era la mejor madre del mundo. Pero la verdad es que todos los cubanos, y todos los seres humanos, consideramos que poseemos la “mejor madre” del mundo. Y eso es verdad
En su artículo, este cubano recuerda cuando en agosto de 1962 se embarcó en un avión y “por la ventanilla podía ver a Ana María Gómez llorando. Jamás volví a verla, pero de mi mente nunca se ha borrado el recuerdo de esas lágrimas”, apuntó.
También existen casos contrarios, como el de María Caridad Rivero, una madre cubana que lo que más desea es reencontrarse con su hijo Bryan, a quien dejó en la Isla. Rivero, de 31 años, tuvo que tomar una dolorosa decisión hace 16 meses cuando emigró hacia EEUU desde su tierra natal.
“No fue nada fácil la separación, pero el sacrificio tenía que hacerlo sola, no podía arriesgar a Bryan a los peligros de un camino que es incierto hasta que pisas suelo americano” así lo comenta y luego recuerda aquel día de la despedida, en que no sabía cómo iba a darle la noticia, con lágrimas en sus ojos, así lo relató para el Centro Tampa:
El mismo día del viaje, en la mañana, me senté con el niño y le dije: ´Mamá va para Estados Unidos, allí voy a poder alimentarme mejor para que no me baje el azúcar y así poder cuidarte´.
Él me respondió: ´bueno mamá con tal que tú estés bien, yo voy a estar bien’
Redacción CPEM
@norismarnavas
