Así lo asegura la periodista independiente Sol García, quien es víctima de un acoso constante por parte de la Seguridad del Estado para impedir el desarrollo de su labor periodística que tanto molesta al régimen.
“No puedo llevar una vida normal porque los agentes de la Seguridad del Estado interrumpen en cualquier momento”
En una entrevista con el portal Diario de Cuba, la comunicadora expresa que los abusos de los agentes son infinitos, no importa la hora, el momento o el lugar, siempre la están molestando.
“Imagínate tratar de seguir un programa, una agenda de trabajo, cuando las autoridades te citan, te detienen, te arrestan, te aplican una medida cautelar que implica firmar todos los miércoles en sus oficinas, y todo esto sin que hayas cometido delito alguno”
Acusada de una presunta “usurpación de la capacidad legal”, por hacer su trabajo en una vía pública, el régimen ha cuartado el trabajo de esta profesional, además de impedir su salida de la Isla en varias ocasiones.
“Las personas temen acercarse a mí. He perdido relaciones con quienes antes fueran mis profesores de escuela, mis instructores, mis amigos, personas que antes confiaban en mí ahora me rechazan por temor, por miedo, por pánico”.
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Ni vivir
Su vida se ha convertido en toda una lucha. Ella, junto a su pequeño hijo de tres años, vive de alquiler en alquiler, ya que los dueños, por temor a represalias, la expulsan al recibir amenazas de los agentes.
“Vivo con mi hijo pequeño de tres años de un alquiler en otro, según los precios y el grado de asedio de la Seguridad del Estado. No he podido hasta ahora establecerme en un lugar porque cuando los agentes descubren mi dirección presionan a los dueños para que me expulsen y como la gente tiene miedo, no les tiembla la mano”.
García, quien es madre soltera, denunció que no solo su rutina y la vida de su hijo son alteradas por el hostigamiento de la Seguridad del Estado, sino también la de sus seres cercanos.
“Lo peor es que hay segundas personas que están siendo afectadas. En primer orden mi familia, motivo de bochorno y desmoralizaciones públicas, mis amigos amenazados y vigilados muy de cerca. Y el padre de mi hijo, víctima de represalias, por ser de todos el que se encuentra en la posición más vulnerable (preso, condenado a diez años por un delito que no cometió)”.
Su hijo es testigo de los maltratos y humillaciones que sufre su madre a manos de la Seguridad del Estado y varios agentes de la policía castrista cuando es citada a las estaciones.
“Y en medio de todo eso: Árbol, mi hijo. En los primeros años de su vida ha experimentado, más que muchos adultos a lo largo de la suya: ese ambiente espantoso que se respira en las unidades de la policía o las oficinas militares y paramilitares a las que ha tenido que acompañarme”.
No conforme con eso, el desarrollo educativo y social de su pequeño está totalmente comprometido, ya que no lo aceptan en ningún circulo infantil.
“No tiene área de Salud ni un pediatra que controle su desarrollo ni puede ir al círculo infantil. Es imposible para una madre con mi profesión obtener la matrícula en un círculo infantil”.
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Abuso de poder
Pero el sadismo de la Seguridad del Estado va más allá que una simple amenaza o presión. Sino que además pincha sus conversaciones y publica fotos montadas para avergonzar a la profesional.
Además, le han impedido participar en eventos culturales: “han prohibido mi acreditación en el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey. La Asociación Hermanos Saíz ha hecho dos reuniones para prohibir a sus miembros que me den entrevistas o me avisen sobre la realización de actividades”.
El periodismo en Cuba, es una de las profesiones más peligrosas si no se es complaciente con la línea del régimen, sin embargo, aun sabiendo esto, los periodista independientes continúan informando para develar la realidad que esconde la dictadura de Castro y que cada vez se hace más evidente.
Redacción Cubanos por el Mundo. Con información de Diario de Cuba