A pocos días de que el hotel Manzana Kempinski, abriera sus puertas y ya haya recibido sus primeros huéspedes en el “lujoso”, se continúa esperando la inauguración oficial, programada para los días 7 y 8 de junio, según informan los trabajadores del lugar.
“Se puede reservar ya aquí mismo, en persona, o por internet”, aclaró una de las empleadas vestida de rojo y negro. “El pago podrá ser en efectivo o por tarjeta”.
Como es de esperarse, la mayoría de los cubanos ni siquiera sueñan con poder alojarse en el hotel, donde la habitación más barata cuesta más de 400 CUC la noche y, la más cara, más de 1.300.
Sin embargo para Elsa, trabajadora de turismo, los precios no son tan caros como se esperaba, según reseña Diario de Cuba.
“Si te pones a ver, la diferencia no es tanta con los demás hoteles”, opina. “En otros, como el Telégrafo que queda enfrente, o cualquiera de La Habana Vieja, la habitación matrimonial cuesta casi 300 CUC. Es casi lo mismo, pero el Manzana tiene un lujo que no tienen los demás”.
Luisa, trabajadora estatal, ve las cosas de otro punto de vista:
“Si no tengo para comprar el aceite del mes, te imaginarás que para mí ese hotel es como si fuera un museo”,opinó.
A una cuadra del lujoso hotel , en la pared trasera del destartalado cine Payret, un graffiti recuerda el estado de las viviendas en La Habana. Consiste en una casita, dibujada al estilo infantil, pero de cabeza. El techo puntiagudo hacia abajo es una llamada de atención hacia el precario estado en que viven los cubanos.
“En La Habana Vieja hay un montón de casas cayéndose en pedazos”, acota Vivian, vecina de San Isidro. “No solo en mi barrio, que está más alejado del hotel, también cerquita. La misma casa que está al lado, frente al parque Albear, da pena”.
A los alrededores
Con motivo de la inauguración del hotel los parques circundantes han sufrido cambios. En el Parque Central fueron eliminados árboles y vegetación como si molestaran.
“Los árboles estaban podridos”, justifica un trabajador de Puerto Carena. “Vamos a arreglarlo todo y sembrar árboles nuevos”.
Cubanos que recorren las calles habaneras identifican el lujoso hotel como una “obra” más de su gobierno.
“Esto es un logro de la Revolución”, opina un hombre en la plaza que separa el Manzana Kempiski del Museo de Bellas Artes. “Primero convirtieron los cuarteles en escuelas y ahora las escuelas en hoteles de cinco estrellas”.
Uno de esos cubanos que recorren la ciudad, cargado de jabas con contenido no visible y mal vestido, ve a unos turistas sacando fotos al edificio y les pregunta:
“¿Qué, tirándole fotos al hotel del Gobierno?”
Redacción Cubanos Por El Mundo / Con información de Diario Cuba