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¡NO SE LO PUEDEN PERDER! Revolucionario, fidelista, chavista… y borracho (+Video)

“Queremos que Maduro siga siendo el jefe de Venezuela (…) Raúl mató a Ochoa, ponlo ahí”

Revolucionario, fidelista, chavista… y borracho
Revolucionario, fidelista, chavista… y borracho

La peregrina idea de que beber sin restricciones consigue espantar a los dolores del cuerpo y los fantasmas de la mente cuando la depresión asoma. Es y ha sido invariablemente sentencia para enunciar verdades que de otra forma algunos abstemios no se atreverían, pero hartos de andar demasiado sobrios en este país contrito, es que dramaturgos, cineastas, académicos y escribanos la empleen en diseñar caracteres dispares y circunstancias proscritas que brinden verosimilitud a sus faenas. Y así van algunos locos contentos por la vida mostrándose tal cual, pues poco que no sea elocuencia acarrean consigo.

Pero toda algazara imaginaria que imponga el acto creativo oral/escrito se queda chiquita cuando, de repente, nos topamos con un criollo beodo que ha perdido hace mucho —si alguna vez los tuvo— los pelos de la lengua. Real y constatable como un loro.

Este ciudadano cubano, que de solo verlo recuerda a Pánfilo, escuálido y lustroso en su reclamo ciudadano de: “¡Jama! ¡Quiero jama!”, se ha apodado a sí mismo como “El Caso” —soy un caso, dijo—, sin dilucidar en su borrachera si él mismo no era ya uno social; insoluble, insalubre, clínico o sencillamente cínico. Y peligrosamente político.

Se había levantado esa mañana con el tubo digestivo anegado en alegres/nocturnales líquidos volátiles, con muy poco de aquella añoranza nutricia con la que su predecesor habanero en su momento (Dic-2008) fulguró al mundo a través de idénticas marañas de cables y señales instantáneas, con la misma boca que ahora cuenta —ambidextro el tipo— de decepciones y fidelidades. Dándose golpes de pecho en su afán de ser “revolucionario”. Pero sobre todo, ebrio.

El “caso” reparte a diestra y siniestra sin pudores ni rubores, mazo de consignas y alegatos, lo mismo en pro que en contra de héroes, heroínas, gobernados, gobernables, gobernantes vivos y muertos, los que perdurarán —según él— en corazón el populacho hasta el confín de los tiempos.

Hace también un resumen (dramático) de la actualidad latinoamericana como si fuera acaso —caso cerrado—, el sustituto diáfano/parlante del noticiero/metraje en la época/épica de don Santiago Álvarez. E interioriza en la tragedia venezolana desde una perspectiva impositiva, la misma que ha visto desarrollar a sus admirados.

Asegura —a un desconsolado paso de inflamarse en llanto— que “pronto vendrán tiempos peores” y que no se va “a perdonar que nos distraigamos”. Luego no especifica (y eso tampoco se escucha en el vídeo) a quiénes se refiere en particular que no sea al sabio empotrado en “Figinia”, ni en dónde se presume deberemos distraernos. Pero en todo caso, como en casi nada, demos por sentado/sentido que Silvio Rodríguez le dará razones. (Y, encima, una maza).

Entre otras, que Cuba, productora del más fino y trasegado ron del Caribe (eso no lo dice sino la propaganda encomiástica) es también la primera víctima de ingerir su propio veneno, ostentando muy alto índice de accidentes del tránsito con el coeficiente más ruin de vehículo per cápita.

Pospongamos ahora analizar el número de crímenes y la violencia —incluso familiar— crecientes en todo el país en la última década, consecuencia de provechosas/perversas etílicas ingestiones. Las que darán placer/malestar de cabeza a cada presupuesto correspondiente: el particular y el del país…

A modo de coincidencia con la intrépida tersura y lasitud comunicacional del exponente, en el ómnibus se descargaba vía altavoces —con el fin de trastornar a los viajeros tranquilos— una melodía del penúltimo lustro del pasado siglo: —What is love? Baby don’t hurt me, don’t hurt me, no more… — remachaba el estribillo.

Y nuestro “caso” —más bien grave y castro-catastrófico que alucinado—, luciendo una sonrisa como solo saben dar quienes ya superaron vicisitudes y complejos identitarios/odontológicos, indiferente a las vulgaridades que acompañan un ordinario ingenio con ruedas (por cierto, asiático-salvador de la canícula/matrícula Yutong), siguió aportando burlón, a quien quiso oírlo, su libertario, soberano y matinal punto de vista.

Via: Cubanet

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