“Ni en los 90, con el ‘Período Especial’ crítico, nos vimos con esta carencia de medicamentos”, comentó desesperado Emilio, un obrero forestal retirado que andaba por Mayarí en busca de las medicinas para la diabetes de su esposa. “En toda la semana no hay nada, para ninguna dolencia, solo los viernes abastecen y, como traen un poquito de cada cosa, no alcanza porque la cola es inmensa”.
“La gente está amaneciendo en las farmacias. Muchos comienzan a hacer la cola desde el día antes para poder coger algo. Yo tendré que hacer lo mismo porque hace más de un mes que no tengo las pastillas de la presión y ya estoy descompensada”, se quejó una señora.
Una dependienta de la farmacia piloto de la localidad holguinera dijo que “cerca de 100 medicamentos están casi siempre en falta”.
“El abastecimiento es insuficiente y casi todos los productos se terminan el mismo día en que llegan”, explicó. “Muchos no están entrando con regularidad. Lo peor es que los que están en falta son los de mayor consumo: analgésicos, antinflamatorios, antihistamínicos…”
Es una situación alarmante que se prolonga desde el año pasado, hipotéticamente a raíz de la crisis provocada por el recorte en el suministro de crudo venezolano. Esto habría obligado al Gobierno a desembolsar divisas en el sector energético, causando recortes en otros ramos. Desde entonces el abastecimiento de medicamentos está deprimido.
Pero a partir de enero la situación se ha hecho aún más crítica. Las personas andan por las calles, trabajan y hacen sus quehaceres, en muchos casos con malestares producidos por enfermedades crónicas. Esto afecta la calidad de vida y el rendimiento laboral.
Un médico especialista en Medicina General Integral que pidió mantenerse en el anonimato dijo que ha visto “disminuir la afluencia de pacientes” a su consultorio.
“A decir verdad, había muchos que de manera enfermiza venían a consulta solo para pedir recetas y, como ahora no hay medicamentos, casi no vienen”.
“Pero esa es solo una arista, porque duele ver a gente enferma que tiene incluso el tarjetón de medicamentos regulares y no puede comprarlos. Hablamos de medicinas para controlar la presión arterial, la diabetes o enfermedades nerviosas, y hasta para la alergia de un niño o para calmar una simple cefalea. Es una situación inédita en mis 11 años de trabajo”.
Antes de agudizarse la crisis, siempre faltaba algún medicamento, pero ahora es preocupante y peligrosa la dimensión de la escasez. Una farmacia era símbolo de “cola demorada” porque, aunque solo hubiese dos o tres personas, se tienen que llenar varios controles para cada cliente. Ahora, al menos cinco días a la semana los trabajadores de estos establecimientos permanecen ociosos, sentados, atendiendo solo esporádicamente. La respuesta común cuando se pregunta por un producto es: “no hay, está en falta”.
Los viernes, cuando son abastecidas las farmacias de Mayarí, a menudo se forman desórdenes en los que tiene que intervenir la Policía. Muchas personas, principalmente jubilados, permanecen desde el jueves ante a los establecimientos para poder alcanzar medicinas. El carro de distribución llega a cualquier hora del día. El 30 de junio, por ejemplo, llegó a las 2:00pm.
Lo peor es que muchos, después del sacrificio, se tienen que ir cabizbajos y frustrados porque su medicamento no entró. Deben seguir esperando y sacrificándose, haciendo largas colas nocturnas. Y no parece que la situación vaya a mejorar a mediano plazo.
Publicado originalmente en Diario de Cuba por Osmerl Ramírez álvarez