La vida en los campos cubanos es toda una prueba de sobrevivencia, o al menos así lo describe Ramón Pupo Pupo y Ramona Pupo, un matrimonio que vive en el barrio Cauto Tres en una zona rural de Holguín.
Aseguran que el régimen los ha abandonado, la escasez de medicinas, agua, luz y comida, los mantiene en una lucha constante, “No tenemos agua por tubería, no tenemos transporte, aquí esto es un desastre, pero que un desierto”.
“El agua viene una vez al mes, la vivienda se nos cae encima y nadie nos puede ayudar”
Despues de la indolencia del Estado cubano, las enfermedades son sus otros enemigos. Ramón sufre de artrosis y Ramona padece un cuadro más complicado con hemorroides crónicas, osteoporosis e hipertensión.
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Estos ancianos no tienen como combatir sus males, ya que los medicamentos no se encuentran.
“Tengo que estarme tomando la presión poniéndome los pies en el piso o con un limón, ya que los medicamentos casi nunca hay”.
Ellos deben madrugar frente a la farmacia para lograr adquirir algún medicamento.
Sin jubilación
Ramón ha trabajado por más de cuatro décadas y ya a sus 60 años quiere jubilarse, pero la burocracia castrista no se lo permite.
“Hay que ir muerto a la comisión médica de Holguín para que te puedan jubilar. Yo me he reventado en la agricultura y para ellos no es suficiente”.
El temor de Ramón es que su jubilación llegue “demasiado tarde”. “Yo conocí compañeros que se retiraron y a los cuatro meses mueren, ¿por qué? Porque ya no dan más.
Redacción Cubanos por el Mundo
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