No me cabe la menor duda que una de las leyes impuestas por los Estados que asesinan con mayor crueldad la libertad individual, es la Ley del Servicio Militar Obligatorio, y para el pueblo cubano constituye una amenaza tenebrosa. Aún muchas madres cubanas lloran con nostalgia la ausencia de sus hijos muertos, ya olvidados para los eternos líderes de la revolución, que fueron obligados, casi en plena adolescencia, a inmiscuirse en una guerra absurda sólo para alimentar el ego de los dictadores cubanos, la que tristemente se conoce en Cuba: la guerra de Angola.
Pero es que hoy, el temor al servicio militar sigue perenne en el corazón de las madres y padres cubanos, más aún cuando se trata de padres identificados con la marca indeleble que los identifica como opositores al régimen, o lo que es lo mismo, como contrarrevolucionarios al servicio del imperio, sus eternos enemigos, los Estados Unidos de América.
Yaima Martínez Borroto es una madre opositora al régimen tiránico cubano que reside en el municipio Güines, en la provincia Mayabeque.
Su hijo de 18 años, Rolando Lázaro Delgado Martínez, se encuentra pasando hace un año y seis meses el Servicio Militar Obligatorio, en una unidad militar del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) No. 2995 de Güines, a pesar de su inconformidad manifiesta y la de su madre.
Pero es que a seis meses que le restan para terminar con el suplicio impuesto, el joven Lázaro se enferma de los testículos padeciendo de dolores irresistibles y al ver la madre que en la unidad no había transporte disponible para socorrer a su hijo, ella misma lo lleva bajo protesta de los oficiales al Hospital de Güines, lo cual no pudo seguir con la consulta, pues palabras del Capitán, Yasniel Sánchez Tamayo, los soldados tenían que atenderse en el Hospital Militar ”Naval” y ellos eran los responsables de ello.
La enfermedad comenzó en el mes de abril, y jamás el joven Lázaro fue atendido en el Hospital “Naval”, simplemente optaron por llevarlo al puesto médico de la dirección de la Unidad.
Así estuvo varios meses, de certificados médicos en certificados sin recibir asistencia médica adecuada, los dolores persistían y lo que es peor aún, cada vez que se le terminaba un certificado, al día siguiente lo obligaban a trabajar guataqueando a duras penas, grandes extensiones de campo bajo el sol, lo que como es lógico no podía cumplir con las normas impuestas.
Es entonces que la jefatura de la Unidad, en vez de preocuparse por la salud del joven, decidieron trasladarlo a otra unidad en el municipio de Guanabacoa en la provincia de La Habana, bastante distante de su localidad, alejándolo así de su madre.
Así estuvo el muchacho hasta el mes de octubre, que al ver su madre el abuso continuado que tenían contra su hijo y que para colmo lo iban a trasladar a otra unidad, se entrevista con el segundo jefe de Comité Militar del municipio, nombrado Sergio para suplicar ayuda a su hijo, el cual le comunica que no podía hacer nada en cuanto al traslado y que averiguaría sobre la asistencia médica.
En esa entrevista le presenta al funcionario los formularios de refugiada política emitidos por la Oficina de Refugiados de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba, como última opción y teniendo en cuenta la salud de su hijo y el poco tiempo que le quedaba para cumplir con la obligación del Servicio Militar, ver la posibilidad de licenciar extraordinariamente a su hijo, cosa posible en las leyes vigentes, recibiendo como respuesta que se reuniría con los superiores para ventilar la situación. ¿Y saben qué sucedió?
Pues al día siguiente su hijo llega a la casa con los ojos desorbitados y extremadamente agobiado, suplicándole a la madre que no hiciera nada más por él y al preguntarle la madre las causas le dijo que acababa de ser interrogado por un agente de la Contra Inteligencia, el que lo amenazó sin escrúpulos diciéndole que si abandonaba el país ilegalmente lo circularía con la Interpol y pasaría largos años en prisión.
Lázaro ha sido enviado por los médicos militares al psiquiatra, a lo que se rehúsa al decir que no está loco. “Lo veo muy mal, alterado y tengo miedo que se haga algo o haga algo”, comenta su madre.
Lázaro ha hecho rechazo absoluto y se niega rotundamente a entrar en la Unidad. Ya han ido oficiales a la casa de Lázaro, no para saber de su salud, sino para amenazarlo con ir a prisión si no se presenta a la Unidad. Lázaro está muy alterado al igual que su madre en espera a que vengan a apresarlos, pero ambos, atrincherados en su humilde casa en Güines, están dispuestos a resistirse hasta las últimas consecuencias.
Pude entrevistar a la familia, pero ya casi al final de la grabación hubo que interrumpirla, pues un vecino del lugar hizo señas de que en la calle se encontraban agentes de la seguridad del Estado, la señora se marcha, pero, por suerte o por desgracia, todo fue una alarma.
Via: Panampost / Por Nelson Rodríguez Chartrand
