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¿Doce categorías desde Cuba?

¿Y si el Gobierno cubano no necesitó un dieciséis de junio, ni un presidente rubio escuchando un terrible himno nacional, a cargo de un hijo violinista, para modificar su parte del acuerdo?

Diecinueve balseros cubanos han llegado a Cayo Hueso, pero, ¿y cómo? ¿Todo esto ya no estaba claro? Daba igual si los pies los traían secos o mojados, todos iban para atrás. Estaba muy bien solucionado. Rumbo a Cuba.

Las cosas en su lugar. Los cubanitos pasando —como corresponde— mucho trabajo por allá y nosotros luchando incansablemente por sus derechos humanos aquí. Sí, sí, sí, sí. Los derechos humanos aquí. ¡Y ten cuidado “los Castros”, porque te vamos a echar al gran mastín de Trump! Para que te quedes quieto, “los Castros”, para que te quedes quieto, porque tenemos a un gran americano macho y blanco y rubio para que nos cace la pelea. Como siempre, “los Castros”, como siempre: nosotros y los americanos. Diecinueve balseros han llegado. A unos los arrestamos, aunque otros se lograron escapar. Pero no importa, la ágil policía del condado los atrapará, los atrapará.

“Su familia, tanto en Cuba como en Estados Unidos, asegura que su pariente no está de acuerdo con el “sistema de Cuba”, y que ha padecido arrestos en su país por reiterados intentos de salida del país”, reporta el blog CiberCuba sobre uno de los diecinueve que llegaron. “Siete se escaparon (los de la ágil policía), los otros 12 fueron trasladados hasta el centro de arresto de Krome, donde al parecer le concederán un juicio de Miedo Creíble para iniciar el proceso de asilo político. Si los cubanos demuestran temor de regresar a Cuba, podrán quedarse”, reporta Cubanos por el Mundo. Obama les mojó los pies a todos y Trump apretó las tuercas para que funcione de nuevo la olla de presión…

Pues bien, aquí tenemos los primeros vaporcitos. Diecinueve cubanitos que la Guardia Costera americana no supo interceptar… ¿Y qué habrá pasado?, se preguntará el general comandante naviero de la naviera Guardia Costera americana. ¿Qué habrá pasado? Si aquello es una prisión inmensa vigiladísima por “los Castros” de la que nadie puede escapar. Pero no importa, se dirán los judiciales… “a estos perritos inmigrantes ilegales —si hasta parecen mexicanos— los vamos a deportar”. Mándaselo a “los Castros” porque hay un acuerdo firmado entre nosotros para que se los podamos entregar…

Pero lo que pasó —tal vez— es que el Gobierno cubano no necesitó un dieciséis de junio, ni un presidente rubio escuchando un terrible himno nacional a cargo de un hijo violinista para modificar su parte del acuerdo. Porque un acuerdo es siempre al menos entre dos. Y entonces “los Castros” sacaron sus propias y nuevas “doce categorías de viaje” para balseros devolvibles. Se reunirían en su cubil, como describirían en cierta radio miamense, y mientras rugían y comían niños vivos, gritarían en una danza macabra: “¡Pues entonces también nosotros vamos a decidir a quién nos pueden devolver y a quién no; a quiénes recibimos de vuelta y a quiénes no, y de paso dejamos de vigilarle las costas a los americanos sobrecumpliendo la meta en el ahorro de petróleo!”. Tum-tum-tum, todo eso cantando al golpe de los tambores antes de sacrificar a una vestal. “Tranquilos todos, queridos compañeros: Trump cambió el acuerdo y entonces nosotros podemos cambiarlo también. Eso sí, calmadamente y todo muy diplomático a ver como respira el rubio. Doce categorías complicadas para viajar a Cuba, pues doce categorías complicadas para aceptar de vuelta a los balseros. Y de los deportables del Mariel, ni uno más. Que construya dos muros: uno la frontera mexicana y otro en el Estrecho de la Florida”. Tum-tum-tum, el golpe de los tambores. Qué entretenido estará todo.

Publicado originalmente en Cubaencuentro por Jorge Dávila Miguel

Written by cubaencuentro

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