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La mano amiga de los migrantes cubanos

https://cubanosporelmundo.com/blog/2017/07/15/detenidos-costa-rica-siete-cubanos-abandonaron-albergue-panama/
Diácono Victor Berrio director de la Pastoral Cáritas / Foto: Captura

El viaje de los migrantes cubanos a Estados Unidos está lleno de peligros. Personas despiadadas que se aprovechas de la crisis para robarlos, abusar de ellos e incluso asesinarlos.

Pero en medio de este torbellino de maldad, siempre hay una luz de bondad, una mano amiga que se extiende para ayudarlos en su tortuoso camino a la libertad.

El diario 14ymedio reseña los los actos de Angela Buendia, una mujer que vive en Chirquí, zona fronteriza de Panamá con Costa Rica, y Victor Berrio, diácono de la pastoral social Cáritas, que albergó durante meses a cientos de cubanos en Ciudad de Panamá.

A ellos los cubanos los recuerdan con gran afecto y gratitud. “El diácono Berríos dejó de ser de sí para ser de nosotros. A ese hombre le debemos mucho”, dice Rita María Triana, una doctora cubana que vive indocumentada en Ciudad de Panamá

Desde Cáritas, Berrio afirma que bajo su cuidado llegó a tener hasta 450 cubanos en plena crisis migratoria. A todos les ofreció comida, un techo y esperanza. En retribución a esto, los cubanos cuidaban de la edificación, incluso habilitaron más espacio para los compatriotas que iban llegando.

“Los mismos cubanos ayudaron. Algunos cocinaban, otros registraban a los que iban llegando”

Inclusive en las peleas entre los propios migrantes, estos intentaban dar la talla para no dejar un mal paso en Panamá. Berrio recuerda las palabras de un anciano cubano en plena discusión.

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“Por favor cállense, ustedes me avergüenzan. No se han dado cuenta que nosotros nos merecemos lo que somos. Este Gobierno comunista nos ha convertido en parias. En ninguna parte del mundo nos quieren y en el único lugar donde nos acogen vienen a pelear”.

Tras esta escena, el religioso comprendió que los migrantes necesitaban más que un refugio.

“Esta gente viene con muchas heridas. Hay que hacer un proceso de sanación. Lo único que sana las heridas es el amor”, dice.

A partir de entonces se dedicó a conversar frecuentemente con los migrantes, implicándose en sus problemas y conociendo de cerca sus historias. “La Iglesia continuará defendiendo a los migrantes, porque son imagen de Cristo que también fue inmigrante”, dice.

Para Ángela Buendía los cubanos fueron más que un trabajo. El pasado año era funcionaria del Sistema Nacional de Protección Civil y fue encargada de atender a más de mil cubanos que fueron trasladados a diferentes campamentos en la pasada crisis migratoria.

“El ayudar a los demás es un estilo de vida y esos son los parches, los certificados y los diplomas que nosotros llevamos en el corazón”

Buendía recuerda con especial cariño los primeros momentos de su trabajo con los migrantes.

“Al principio me robaban los enlatados, aunque a ellos no les faltaba nada. Venían de la selva, donde no podían confiar en nadie. No entendían que hacíamos esto de corazón, sin ningún interés personal. Cuando logré ganarme su confianza todo cambió”.

Para La Madrina, como llaman a Buendía, su misión fue sembrar conciencia de que “ser inmigrante” también es “ser persona”, darles confianza a los cubanos, que, según ella, venían “tan lastimados” en su largo periplo a través de las selvas.

“He conocido a hombres que fueron violados junto a sus esposas e hijas. Escuchar esas historias desgarradoras te cambia la vida. En muchos momentos lo único que deseaban era hablar con alguien, desahogarse, sentir que tenían una protección materna. Ese era mi trabajo, hacerles sentir que no estaban solos”, recuerda.

El caso que más le impresionó fue el de una madre al que su bebé se le fue de las manos en lancha en la que cruzaban desde Colombia. Al día siguiente la mujer se ahorcó. El papá de la niña y su abuela continuaron el camino hacia Estados Unidos.

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“Es imposible olvidar a esa gente, transida por el dolor, que decían que preferían morir antes de regresar a Cuba”.

Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de 14ymedio

Written by María Fernanda Muñóz

Periodista venezolana. ¿La mejor arma? Humanidad. Pasión se escribe con P de periodismo

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