Yadel Martí dejó tatuado su nombre en la historia del béisbol cubano, sin grandes recursos físicos, se alzó desde la subestimación y la duda, dominando a su antojo los rivales que tuvo delante en el primer clásico mundial de béisbol.
Yo nunca fui el lanzador número uno de la escuadra cubana, imposible serlo donde habían nombres como Pedro Luis Lazo, Norge Luis Vera, Adiel Palma, Ormani Romero o Viyoandri Odelin, simplemente fui el que mejor actuación tuvo en el primer clásico mundial de beisbol, que para mi entender, fue la prueba más difícil que ha tenido que enfrentar nuestro beisbol, pero el lanzador número uno, jamás
Todos los cubanos, a ritmo de la conga santiaguera, sufrimos y lo acompañamos en cada lanzamiento, su promedio inmaculado de carreras limpias permitidas y su inclusión en el todos estrellas de la competencia de más alto nivel que haya tenido que enfrentar jamás un equipo cubano de béisbol, lo hacen inmortal en la memoria de todos.
Su cubanía es un líquido invisible a los ojos que le sale a borbotones por los poros, respondiendo algunas preguntas para nuestra revista Play-Off, no disimuló su amor por la tierra que lo vio nacer, ni sus ansias de encuentros y reconciliaciones, como tampoco enfundó el machete que blande sobre la cabeza de ciertos dirigentes deportivos, que tantas zancadillas le ponen a diario a nuestro deporte nacional.
Sobre si se arrepentía d dejar Cuba en la forma que lo hizo respondió:
Nunca he sido hombre de arrepentimientos, no me arrepiento. Aquí he podido construir una familia, la cual amo mucho y digo que las cosas pasan por algo, pero a la vez, dejé en mi Cuba toda mi vida y la familia con la que nací, sin saber si en algún momento la iba a poder volver a ver con vida, pero aun así corrí el riesgo.
Esperé nueve largos años para regresar y estoy muy feliz con el recibimiento que me dieron, no tuve ningún contratiempo, pasé unos días muy lindos allí en mi isla, estoy feliz por eso
Con información de Swing Completo