Este jueves, la destituida fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, denunció la persecución en su contra y aseguró temer por su vida, a sólo días de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, órgano que se encargó de removerla de su cargo y dejar en su lugar al defensor del pueblo, Tarek William Saab.
Ortega Díaz, se deslindó públicamente del oficialismo, al anunciar el pasado 1 de abril la ruptura del hilo constitucional en Venezuela, desconociendo las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia que iban contra la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. Su anuncio, fue una dura estocada al madurismo, considerando que se trataba de una antigua aliada del fallecido presidente Hugo Chávez.
“Yo no sé qué oscuros propósitos y qué oscuros planes puedan ellos tener, no solamente privarme de mi libertad, sino también privarme de mi vida”, dijo Ortega en una entrevista con Reuters en un apartamento en Caracas, donde apenas estaría algunas horas porque reveló que cambia cada noche de casa.
Denunció la persecución permanente que hay en su contra. “Quiero denunciar ante la comunidad internacional, tengo una persecución permanente, en mi casa, los sitios por donde me desplazo”, relató Ortega. “¿Dónde están mis derechos?”, agregó.
La exfuncionaria contó que un vehículo le sigue los pasos y personas toman fotos en los sitios donde llega, por lo que al menos una vez al día cambia de lugar de pernocta, entre otras medidas de seguridad que ha debido tomar.
“En este país a la fiscal general -y yo soy fiscal general y ciudadana venezolana- se le niegan todos los derechos”, afirmó.
El sábado, pocas horas antes que la Asamblea Nacional Constituyente tomara la decisión, unos 200 uniformados rodearon la sede del Ministerio Público y le impidieron a Ortega entrar a su oficina. Ella huyó en una moto y un escolta suyo fue detenido.
En paralelo a su destitución, otros cinco alcaldes han sido también removidos por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que giró contra ellos órdenes de arresto, forzando a varios a pasar la clandestinidad.
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de Reuters