Las costas de Texas, severamente golpeadas por las inundaciones que dejó a su paso el huracán Harvey, estarían ante el inminente riesgo de devolver a la libertad a al menos 450 caimanes, capturados que viven en jardines, piscinas y estanques, o rescatados tras inundaciones o huracanes.
Es precisamente esta crecida estrepitosa, lo que amenaza con la salida de estos caimanes: “Estamos a menos de un pie de que [el agua] pase por encima de la valla”, ha explicado el propietario, Gary Saurage, de Gator Country, a la cadena de noticias Fox
“Son vallas altas, pero no va a parar, no va a parar”, ha añadido Saurage, en referencia a las lluvias; tras 30 pulgadas de precipitaciones en las últimas horas, algunas zonas de Texas podrían recibir hasta 25 pulgadas más en los próximos días. “Nunca he visto nada parecido antes, la fuerza de esta tormenta es increíble”, ha asegurado Saurage, “no sabemos qué hacer”.
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Informó Saurage, que los caimanes más grandes están a resguardo, sin embargo muchos otros están en zonas protegidas sólo por vallas, y si el agua crece por encima del nivel de éstas, podrán nadar libremente fuera del recinto. Los cocodrilos y reptiles venenosos están también en zonas elevadas para evitar que escapen.
Gators and flooding advice via @txgatorsquad: Expect them to be displaced. Simply looking for higher ground. Leave alone until water recedes pic.twitter.com/nN1B5jvMyV
— FBCSO Texas (@FBCSO) August 24, 2017
La advertencia del sheriff del condado de Fort-Bend, Troy Nehis, es que los caimanes también están desplazados por las lluvias, buscando un lugar elevado en el que resguardarse. “Déjenlos tranquilos hasta que el agua descienda”, añade.
Ya hay testimonios del terror por los caimanes, como el de Arlene Gonzalez Kelsch vive en Missouri City, a las afueras de Houston. El pasado domingo, a mediodía, se encontró un caimán fuera de su casa. “Al principio creí que era un tronco en el agua, pero luego le vi los pequeños ojos saltones”, explica. “Supuse que no podía entrar en casa, pero aun así daba miedo”, añade. “Lo que me preocupa es, una vez que baje el agua, cómo se irán”, concluye.
Redacción Cubanos por el Mundo