Luego de que el Departamento de Estado diera a conocer que sus diplomáticos fueron víctimas de ataques de naturaleza desconocido, varios estadounidenses que viajaron a Cuba comenzaron a sentir preocupación porque en su momento llegaron a sentir esos síntomas.
La agencia de noticias AP logró entrevista a Chris Allen, un norteamericano que decidió viajar a la Isla comunista en 2014, cuando lo que se conoce hoy como la Embajada de Estados Unidos en La Habana era apenas la Sección de Interés de Estados Unidos.
Allen llegó a Cuba por México. Decidió entonces hospedarse en el recién inaugurado Hotel Capri. Al llegar a su habitación, el hombre comenzó a sentir que su cuerpo se entumecía y un hormigueo que no podía explicar.
Pero salir de Cuba no puso fin al malestar, que continuó por más de seis meses y desconcertó a media docena de neurólogos.
“Fue tan notable y sucedió tan rápido que solo pude concentrarme en eso, y realmente, me asustó”, dijo al servicio noticioso desde su oficina en Charleston el hombre de 37 años.
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La agencia logró revisar los exámenes que fueron hechos a Allen, así como comprobantes de viajes y correos enviados desde La Habana.
Los documentos cuentan la historia de un turista furtivo estadounidense que cayó enfermo en circunstancias desconcertantes en la capital cubana, se marchó intempestivamente y luego gastó miles de dólares en exámenes médicos mientras sus síntomas continuaban reapareciendo.
Allen es uno de más de tres docenas de viajeros estadounidenses que han contactado a la agencia alarmados por la posibilidad de haber sido víctimas de estos extraños y sigilosos ataques en Cuba. Lo singular de su caso es el momento en que ocurrió y la coincidencia con lo referido por víctimas recientes.
Según su relato, después de pasar su primer día caminando por La Habana, se registró en la habitación 1414 del entonces recién renovado Hotel Capri. A los pocos minutos de irse a la cama, comenzó a perder la sensibilidad.
Un hormigueo se originó en los dedos de sus pies, luego se extendió a sus tobillos y pantorrillas, y de ahí a los dedos de las manos. Se levantó de la cama, y la sensación desapareció. Volvió a acostarse y el hormigueo regresó, invadiendo sus manos, antebrazos, cuello, mejillas y orejas.
Los mismos síntomas regresaron a la noche siguiente, y Allen no esperó más: al otro día se fue al aeropuerto y abordó el primer vuelo disponible.
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No cesó
Pero los síntomas continuaron de manera recurrente durante seis meses. Los médicos le hicieron todo tipo de exámenes: pruebas de conducción nerviosa, todos los análisis de sangre, exámenes para verificar la función muscular, una tomografía de la cabeza, una resonancia magnética de la columna vertebral, una sonografía del corazón.
Consideraron infecciones, tumores, la parálisis temporal que causa el síndrome de Guillain-Barre, el envenenamiento causado por contaminación con metales pesados y hasta la ciguatoxina, causa de la llamada “ciguatera” en algunos peces del Caribe. Al final no encontraron lo que tenía.
Él se alojó en el piso 14 del mismo hotel de La Habana donde fueron atacados trabajadores del gobierno de los EE. UU., también en los pisos superiores.
Describió síntomas repentinos que comenzaban en la cama de su hotel, pero desaparecían en otras partes de la habitación, lo cual concuerda con los relatos de empleados afectados del gobierno de EE.UU.
Redacción Cubanos por el Mundo