Por la política de «pies secos, pies mojados» —«wet feet, dry feet policy»— llegaron millones de cubanos a Norteamérica en la década de los noventa y parte del inicio del milenio. Ya hoy, tras el fin de esa medida —derogada por el expresidente Barack Obama en enero de 2017— Yudenny Sao Labrada y y otros migrantes cubanos, llegaron a Estados Unidos.
Una nota de El Nuevo Herald relata que venían desde Panamá, enfilados en un grupo de más de un centenar de cubanos que estuvieron por meses varados en Panamá.
Su ruta fue húmeda, peligrosa, llena de animales y entre ríos, montañas y desniveles en la tierra. Atravesaron las zonas selváticas de Panamá con el propósito de cumplir su «sueño americano». Su norte era el sur de Estados Unidos, donde podían pedir asilo político.
Otras 55 personas, en cambio, prefirieron retornar y aceptar la ayuda del gobierno del país centroamericano para así iniciar una vida: visado y mil 650 dólares.
Liuber Pérez Expósito, un campesino de Velasco, un pueblo de la provincia de Holguín proptó por volver. Durante tres meses esperó «contra toda esperanza» en Panamá.
“Llegar a Cuba fue muy emocionante. Las lágrimas no dejaban hablar a mi mujer ni a mi niño”
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El campesino, según reseña el texto, puso todo cuanto tenía para embarcarse en un viaje a Guyana con miras a Norteamérica: $5,000. Todo por huir de las reformas del dictador Raúl Castro.
“Veía que la gente del pueblo prosperaba y podía ayudar a su familia cuando regresaban desde Estados Unidos. Eso quería, pero no pudo ser”
Velasco ya tiene planes: con el visado panameño y los primeros dólares viajará a La Habana para obtener el visado turístico que y así ir y venir libremente. Porque quiere montar un negocio en el que revenda los productos que pueda adquirir en el canal libre de Panamá.
Hay un acuerdo que le da refugio a los isleños en el Centroamérica producto de la fusión Arzobispado-Gobierno. En su inicio, había más de 300 cubanos en Cáritas Panamá, pero de ellos solo 128 tomaron la opción de trasladarse a Gualaca.
Al conocerse que no había posibilidad de viajar a un tercer país bajo la condición de refugiados, 73 de los cubanos decidieron arriesgarse y seguir el peligroso camino de más de 2,000 millas hasta la frontera sur de Estados Unidos.
La historia de Yudenny Sao
“Cuando cruzamos la frontera de Costa Rica la policía nos detuvo y nos amenazaron que nos deportarían. Tuvimos que darles $200 y un teléfono celular de la marca Samsung para que nos liberaran y aún así se quedaron con nuestros pasaportes”
Ese es el testimonio de Yudenny Sao Labrada. Ella, a diferencia que su colega de Holguín, se rehusó a pactar con Panamá. De la mano de «coyotes» y gracias a otros compatriotas pudieron tocar suelo mexicano.
Sao Labrada huía de la justicia en la isla por una trama de corrupción destapada en su natal Puerto Padre (Las Tunas), relata el portal El Nuevo Herald. Junto a su esposo, Yoendry Batista, construyeron una balsa para escapar del país, pero el motor falló y la guardia costera los detuvo.
Salieron de Cuba vía Guyana y tras un periplo que incluyó Brasil, Colombia, Centroamérica y México llegaron a la frontera de Estados Unidos para pedir asilo político.
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“Estaba muy nerviosa porque en Cuba vivimos en una dictadura pero no estamos acostumbrados a hablar de eso. Muchas veces las cosas que vivimos nos parecen normales y no nos damos cuenta de que es la persecución del gobierno contra las personas indefensas”
El abogado de inmigración, Wilfredo Allen. asegura que «desde agosto se ha incrementado el número de personas a las que le otorgan un parole en la frontera. Generalmente a las mujeres las liberan con parole una vez que han demostrado que huyen de un temor creíble de persecución en la isla, mientras que a los hombres les imponen una fianza».
“Para calificar para la Ley de Ajuste Cubano tienes que tener un parole, una entrada legal al país que te permita al año y un día presentar tu solicitud para regularizar tu estatus”
Redacción Cubanos por el Mundo.