Al igual que todas las leyes en Cuba, creadas para limitar las libertades de sus habitantes, la “ley de la madre” impide a muchos recién nacidos y sus madres cambiar de residencia, hacer trámites y acceder de beneficios como, por ejemplo, la Libreta de Abastecimiento, con la que se ayudan los isleños en medio de la crisis. La norma establece que los niños sólo pueden ser inscritos ante las autoridades en la misma dirección de residencia de su madre.
En un reportaje de DiariodeCuba, varias madres compartieron sus experiencias y contaron como la fulana ley, creada para evitar la migración dentro de su propio país a la Capital, les hace pasar trabajo y malos ratos.
Está el caso de Yusimy, madre de Taimé, una niña de cuatro años, que residen en calle Primera y 240, en Jaimanitas. La mujer debió gastar en pasajes y estadía para ir hasta San Antonio del Sur, en Guantánamo, a inscribirla. Las contradicciones en la Oficina de Control para la Distribución de los Abastecimientos (OFICODA), obliga a las progenitoras a alargar las diligencias tratando de incluir a los niños en los registros oficiales para la obtención de ayudas.
“¿Te imaginas lo que nos costó el viaje?”, dice Yusimy. “Los pasajes, la estancia una semana, los trámites… Pero lo verdaderamente absurdo ocurrió después de inscribirla en el Carnet de Identidad, al ir a la OFICODA a darle de alta. Me dijeron que no podían hacerlo, porque yo estaba asentada en la OFICODA de Playa, en La Habana. Entonces exploté: ‘¡Pero si vengo desde La Habana porque allá me dicen que debo inscribirla aquí! ¿Cómo usted me dice que debo darle alta en la OFICODA de allá?’ ¿Quién los entiende?”.
Luego de pasar trabajo y rabias, Yusimy inscribió a su hija en Jiguaní después gestionar un traslado para la OFICODA de Playa, lo que le costó gran trabajo, pues aún están gestionando la propiedad de su casa en Jaimanitas.
“Mi esposo está inscrito en Lawton y por allí coge sus mandados. Taimé y yo estamos en la libreta de una vecina. Gracias a ella podemos comprar la leche, el pollo, los huevos”. Según explicó, Taimé podía haberse inscrito en la dirección de su padre, en Lawton, y evitar el engorroso viaje a Guantánamo.
Carla del timbo al tambo
Carla nació el 28 de octubre de 2017 en el Hospital Ginecobstétrico Eusebio Hernández, conocido como Maternidad Obrera, ubicado en Marianao. Su madre, Amanda, está luchando para legalizar a la menor, ante la negación de los funcionarios del Registro de Población y Vivienda de esa localidad, a inscribirla, aludiendo que la ley le exigía hacerlo en la lejana Sagua de Tánamo, en Holguín.
La mujer junto a su esposo tampoco han podido legalizar la vivienda en la que residen ni tramitar la Libreta de Abastecimiento, en la que se incluyen dietas especiales para recién nacidos. Todo esto seguirá igual hasta que sus padres tengan el dinero para viajar hasta Sagua de Tánamo a realizar el engorroso trámite.
“Mi esposo vive en La Habana hace 30 años, antes de que llegaran disparates como esa ley. Deberían quitarla, porque afecta a las madres y los recién nacidos, que no tienen culpa”, señala Amanda.
Machismo oficial
Alina, profesora universitaria con dirección del Cotorro, no pudo inscribir a su hijo en La Víbora en la casa de su padre, a pesar de estar legalmente casada y residir allí desde su matrimonio.
“Esa ley debería desaparecer”, concuerda. “Pero ojo, lo peor que tiene no es que te obligue a pasar trabajo y hacer trámites de más, lo peor es que es una muestra del machismo absoluto que domina en nuestra sociedad. No solo resta valor al matrimonio y a la convivencia en pareja, sino que hace caer toda la responsabilidad en la madre”.
Redacción Cubanos Por El Mundo
