Las más recientes elecciones municipales realizadas en Cuba fueron el escenario donde “se consumó el que quizás constituya el más incuestionable fraude en los 40 años de práctica electorera castrista, hasta el momento”, según asegura Miriam Celaya, que describe en un artículo de opinión para Cubanet, cómo bajo el control dictadorial, se manipularon los resultados electorales buscando ocultar la reducida participación en los comicios.
La profesora de literatura y español,escuchó en una “cínica” declaración hecha por una analista política fiel al régimen, Daisy Gómez, ante la televisión cubana, donde criticaba los resultados electorales en Honduras, aludiendo la no separación de los poderes. Tal descaro le pareció suficiente motivación para desarrollar una evaluación de lo que en verdad sucedió antes, durante y después de los comicios municipales.
“Tan cínica declaración fue dicha con la envidiable compostura de quien se ha entrenado durante décadas en ese complicado ejercicio de prestidigitación (des)informativa, en virtud del cual se asume que lo que es malo para otros países —en este caso, la no separación de los poderes— en el caso cubano constituye una fortaleza, ya que demuestra la sólida unidad entre el gobierno y los gobernados”.
La Santísima Trinidad Cubana
Celaya contrapone a los señalamientos de Gómez, la realidad en Cuba, manejada por la santísima trinidad Gobierno-Estado-Partido, omnipresente y todopoderosa. No hay poder ni institución que no sea alcanzada o regulada por ella. Entonces, sí se acusa al actual mandatario hondureño, Luis Orlando Hernández, de poder manipular las cifras electorales, ¿cómo dudar de lo que puede y ha hecho por décadas el monopolio castrista en la Isla? ¿con cuál moral se hace este tipo de acusaciones ante la televisión nacional cubana? ¡Es asombroso!
Manipulación del resultado
Vale recordar, de antemano, que es la propia Ley 72 o ley electoral la que establece la subordinación de la Comisión Electoral Nacional (CEN) al Consejo de Estado, al que está obligada a informar los resultados del escrutinio nacional en los referendos y los cómputos correspondientes, así como a rendirle un “informe detallado del desenvolvimiento de cada proceso electoral” (Capítulo II, Artículo 22, incisos k y m). Quedando claro que esta rendición de cuentas no es al pueblo, es al régimen.
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Sin embargo, a pesar de no permitirse la fiscalización ciudadana en los escrutinios, resultan evidentes las irregularidades en el manejo del Padrón electoral.
“No puede explicar de manera lógica cómo es posible que después de haberse actualizado los registros de electores en cada circunscripción y de haber tenido lugar una “exitosa prueba dinámica” el domingo 19 de noviembre, previo a las elecciones, en la cual supuestamente quedó demostrado que todo estaba listo y a punto para una triunfante jornada electoral, la CEN haya “actualizado” por primera vez el padrón electoral nacional precisamente en la jornada de los comicios”.
Padrón abultado
A juicio de Celaya, mucho más inexplicable aún es que en los siguientes cinco días transcurridos desde las elecciones haya variado los números definitivos de ese padrón, no ya en algunas decenas de miles sino en centenares de miles de electores.
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“Como por arte de magia, en apenas los dos años y medio que transcurrieron desde las pasadas elecciones habían aparecido ni más ni menos que 410 mil 158 nuevos electores, casi medio millón más, en el padrón nacional. Esto, a despecho de las olas migratorias hacia el exterior —que han protagonizado en el mismo período decenas de miles de cubanos”.
Tan exagerado número permitió a las autoridades, no solo incrementar en apenas 24 horas hasta un 85,9% el vergonzoso 82% registrado a pie de urnas apenas una hora antes del cierre oficial de los colegios electorales, sino también declarar que la asistencia del electorado había superado la de los comicios celebrados en abril de 2015.
Redacción Cubanos Por El Mundo