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Hasta siendo vegetariano se sufre por la escasez de alimentos en Cuba

Agromercado Cuba/Captura de pantalla
Agromercado Cuba/Captura de pantalla

En Cuba comer carne es un lujo, ser vegetariano también. Así lo afirma Rosendo, un anciano que, a sus 82 años, pretendió asumir una nueva forma de vida que le ayudara a mejorar su alimentación y su salud. Tras investigar sobre los beneficios de eliminar las carnes y los lácteos de la dieta, asumió el desafío, en el que sólo pudo sostenerse un mes debido a la escasez.

La columnista Iris Lourdes Gómez García, recoge en su publicación de Cubanet, el testimonio del anciano, quien motivado tras leer un artículo de cómo una doctora se había curado de varios tumores cancerosos en todo el cuerpo a través de la dieta sin lácteos, se decidió a ser vegetariano.

“Rosendo se sintió iluminado. Para librarse el resto de su vida del tratamiento para la hipertensión, lo único que tenía que hacer era volverse vegetariano. Lo primero que se ahorraría con esta decisión serían las horribles colas que se forman en las farmacias cuando llegan los medicamentos, pues a menudo éstos no alcanzan ni para todos los que están inscritos desde hace años o ni siquiera llegan en meses”, dice Gómez.

Los tropiezos

Rosendo emprende su viaje hacía el agromercado estatal para buscar precios más bajos, en vista de que está obligado a cubrir su dieta vegetariana con su escueta pensión. Frijoles, boniatos y habichuelas con arroz fue su almuerzo por tres días, al menos ese día no consiguió nada más.

Días después debía reponer su escaso inventario y acude al mercado. Se trajo una pequeña col, más frijoles y unos chopos que terminaron siendo picantes. Aunque quiso comprar tomates, pimientos y cebolla, estaban demasiado caros para su poder adquisitivo.

Al quinto día volvió nuevamente con frijoles y unos plátanos verdes que se maduraron en menos de 24 horas. Al séptimo día compró boniatos y no encontró plátanos, Irma, el huracán, no la vecina, se los llevó todos.

“Sólo boniatos y frijoles. Se animó a recorrer el kilómetro y pico que hay entre su casa y el agro de 19 y B. El surtido era mucho mayor, pero los precios lo dejaron pasmado. En el cumpleaños de su esposa no quiso ir a un restaurante barato, no probó el cake que compraron. Se mantuvo comiendo arroz, frijoles y boniato, y de desayuno, pan y té”.

Se desanimó

Tras un mes de frijoles, boniatos y plátanos, a veces, Rosendo se aburrió. El sacrificio de negarse uno que otro bistecito visto como un lujo por los cubanos, no tenía sentido sí tampoco cuenta con las opciones para comprar y conseguir variedad de alimentos en el rubro de los vegetales.

“Si hubiera seguido con su plan, habrían sido dos meses comiendo lo mismo y eso era demasiado. Rosendo se dio cuenta de que para poder ser un vegetariano como Dios manda, hace falta un amplio surtido de frutas y vegetales a precios asequibles. Algo que en Cuba no existe” escribe Gómez.

Denuncian escasez

Iván García, periodista independiente de La Habana, denunció hace días en un medio local, el acoso estatal y el desabastecimiento que existe en los agro-mercados de la Isla. Describió los pocos alimentos que se ven en los estantes: cebollas, melones, ajos, plátanos y pepinos.

“Casi seis décadas después de la llegada al poder de Fidel Castro y sus barbudos, cubanos de la tercera edad han olvidado el sabor de la carne de res, el pargo o los camarones. Y muchos niños, adolescentes y jóvenes ni siquiera han probado alimentos que antes de 1959 formaban parte del menú hogareño. Los vegetarianos tampoco lo tienen fácil. Y es que comer medianamente bien en Cuba es un verdadero lujo”.

Redacción Cubanos Por El Mundo

Written by Karelis García

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