El título parece alegre pero no se dejen engañar. La Unidad Provincial de Investigación Criminal y Operaciones de la Seguridad del Estado, en Guantánamo, popularmente conocida como “Todo el mundo canta”, es un centro donde las violaciones, los maltratos y la injusticia es el pan nuestro de cada día.
Los reclusos y conocedores de la zona le colocaron ese nombre porque a la final todo el que entra allí termina diciendo algo. “Todo el que cae allí, de una forma u otra confiesa un delito. El que no sabe hablar, aprende, porque lo enseñan a hablar”, afirma un exdetenido citado por Diario de Cuba.
El entrevistado asegura que las condiciones de la cárcel son deplorables y los guardias maltratan a los reclusos sin piedad.
“El que entra ahí canta a las buenas o a las malas. Yo estuve casi un mes entero encerrado allí por gusto y las condiciones de los calabozos son pésimas”, insiste.
Según el medio digital, la principal función de esta unidad en encausar delitos. Cuenta con instalaciones para quebrar hasta al más duro de los hombres.
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Sus áreas están compuestas por celdas tapiadas, una solera a la cual de vez en cuando llevan a los presos a coger sol, un puesto médico y los cuartos de interrogatorio.
Eider Frómeta Allen, activista del movimiento opositor Alianza Democrática Oriental y anteriormente reportero de la agencia independiente Palenque Visión, narra su experiencia.
“Las celdas no tienen ventilación, los baños tienen solo un huequito para hacer las necesidades y no ponen agua para que te bañes, ni siquiera para cepillarte los dientes, además de que la puerta es tapiada completamente y no puedes ver nada”, describe. “Paredes sin un fino y camas de cemento pulido, que antes eran de tola”, completa.
Una práctica común en este centro son las golpizas y otros abusos a los detenidos.
“La forma en que me apretaron las esposas me provocó perdida temporal en la sensibilidad en la mano izquierda y una luxación en el dedo del medio de la mano derecha”, asegura Ermis Carbonell Ferrer. “Como consecuencia de la paliza que me dieron, me provocaron múltiples hematomas. Me dieron varias patadas en los testículos”, denuncia.
Los abusos
El hombre cuenta en una ocasión cuando tres guardias le echaron spray de pimienta en la cara mientras estaba esposado.
“De ahí me tiraron al piso y me cayeron a patadas. Me tiraron contra una puerta y perdí el conocimiento. Cuando lo recobré, me dieron otra golpiza”.
Los cuartos de interrogatorio están llenos de mosquitos, son oscuros y en ellos cuesta respirar. Los métodos utilizados por los “investigadores” llevan a muchos a confesar delitos que en ocasiones no han cometido.
“Usan métodos psicológicos que afectan a los detenidos”, señala Frómeta Allen. “Les cambian el horario de comida, el horario de sueño y, por las condiciones de las celdas, no pueden saber en muchas ocasiones si es de día o de noche”.
Otro ex convicto afirma que la agresión física y psicológica es de tal nivel, que muchos reclusos prefieren suicidarse o autoinculparse para salir de ese lugar.
“A ese lugar le dicen ‘Todo el mundo canta’ por las palizas que le dan a la gente en ese infierno que, te digo con toda certeza, está en peores condiciones que el Combinado (prisión provincial de Guantánamo), que es mucho decir”.
Redacción Cubanos por el Mundo