Antes, ser parte de la nómina de la estatal petrolera PDVSA era sinónimo de estabilidad económica y progreso, un orgullo para sus trabajadores. Ese sentir colectivo mutó al hastío, al desánimo y a la decepción más profunda. Los empleados están desesperanzados al ver a la compañía destruida, hecha pedazos, cuyos salarios los han llevado al extremo para hacer frente a la crisis que agobia al país.
“Los empleados ya no tienen ningún interés y se limitan a marcar su entrada y salida. Los aumentos salariales están muy por debajo de la inflación y su poder de compra disminuyó drásticamente. Algunos empleados cuentan que se han visto obligados a vender sus guantes y cascos para llevar alimentos a sus casas. Ya no sienten ningún orgullo por estar en PDVSA”, afirman Kirk Semple y Clifford Krauss, en publicación de The New York Times.
Según Iván Freites, el secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros y Gasíferos del estado Falcón, la operatividad en las instalaciones es tan baja, debido a la reducida producción, que muchos trabajadores se pasan el día jugando a las cartas y el dominó.
Éxodo laboral
José, un empleado de la refinería Amuay que pidió el anonimato, confesó que cada día que va al trabajo, se pregunta cuál de sus colegas será el último en marcharse. Comparó la experiencia con un reality show. En su opinión, “PDVSA ahora es una cáscara vacía”.
“Antes, perder un empleo en PDVSA era devastador. Ahora, pesa ir a trabajar y todos están buscando empleo en otras partes”.
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Ante la crisis muchos trabajadores han preferido renunciar para emigrar al extranjero en busca de mejor trabajo y mejor vida. En semanas recientes, cientos de empleados petroleros han firmado contratos de tres años para trabajar por un sueldo de diez dólares la hora en la reconstrucción de la isla caribeña de San Martín, que quedó muy afectada tras el paso de los huracanes.
Redacción Cubanos Por El Mundo
