Primero salió de España y luego de Cuba. El franquismo y el castrismo pretendieron opacarlo, pero no lo lograron, aunque sí les dieron la autoría de sus obras arquitectónicas a otros autores. Se trata del arquitecto Martín Domínguez Esteban (1897-1970), de quien hasta el 21 de enero se podrá observar una exposición en el Museo del Instituto de Crédito Social de Madrid.
En Cuba el edificio FOCSA (Fomento de Obras y Construcciones, SA) del Vedado y en Madrid del Hipódromo de la Zarzuela. Ambos llevan su esencia, pero no su nombre. No es un error, las dictaduras decidieron condenar la lucha de integra de un hombre liberal, según reseña de El País.
La autoría del edificio FOCSA fue adjudicada al arquitecto Ernesto Gómez Sampera y lo a del hipódromo al ingeniero Eduardo Torroja. De esta última también fue borrado Carlos Arniches.
Domínguez formó parte de una lista de arquitectos españoles condenados al exilio o al ostracismo tras la Guerra Civil. Su exilio fue doble: primero a Cuba, con 40 años, y luego a EEUU, con 62.
En Cuba
El plan de Domínguez era salir de Veracruz, México, a Estados Unidos, pero en una escala que duró dos semanas en Cuba decidió quedarse. Allí hizo familia. Su hijo Martín Domínguez Ruz, visitó su tierra natal para buscar las huellas de su padre, sobre todo las viviendas públicas que desarrolló en diferentes barrios habaneros. Sin embargo, ninguno de los expertos lo ayudó.
“Sus carreras peligraban. Resulta que el que hizo esos planos no fue un hombre nuevo guevarista, sino un señor liberal y demócrata, salido de Cuba y denominado después ‘gusano’. Así que ahora los autores han pasado a ser arquitectos revolucionarios del Instituto Nacional de la Vivienda. Cambiar el relato va a ser difícil”, argumenta Domínguez Ruz.
El artista Martín Domínguez se topó con un obstáculo en aquella época: el Colegio de Arquitectos se negó a reconocer su título profesional. No obstante logró destacar. Se asoció con otros arquitectos y firmó los planos como tesorero o como ingeniero.
“Fue por corporativismo. En mi certificado de nacimiento, de 1945, figura que soy hijo de Josefina Ruz, secretaria y trabajadora del hogar, y de Martín Domínguez Esteban, decorador de interiores. Se presentaba así, con su guasa”, dice Domínguez hijo.
Con Miguel Gastón construyó para el grupo de comunicación CMQ, el más importante de Cuba, el edificio Radiocentro, en el propio Vedado (hoy el ICRT). Terminado en 1947, fue el primer complejo multifuncional del país, con comercios, oficinas, estudios de radio y televisión y el cine Warner (hoy, Yara). Walter Gropius, el fundador de la Escuela de la Bauhaus, lo alabó en una visita a La Habana, destaca El País.
El diario español puntualiza que precisamente para dar alojamiento a los empleados de la emisora surge el proyecto más audaz de Martín Domínguez en Cuba: el edificio FOCSA, realizado con Ernesto Gómez Sampera.
Este edificio se planteó como una pequeña ciudad autosuficiente siguiendo los parámetros de Le Corbusier, uno de los grandes referentes de Martín Domínguez, y a quien conoció personalmente en la Residencia de Estudiantes en Madrid. Tenía 39 plantas y con una construcción de hormigón era el más grande del mundo en su momento.
El FOCSA debería haber recibido la medalla de oro del Colegio de Arquitectos de 1957, pero el asalto al palacio presidencial provocó la cancelación de la convocatoria.
A finales de abril de 1960, el arquitecto abandonó La Habana en un barco rumbo a Miami, con su esposa y su hijo, de 15 años, con un carro, ropa, fotos, 150 dólares por persona y un libro que cada uno escogió de la biblioteca familiar.
“Pasamos una noche en Miami. Yo quería quedarme más tiempo, teníamos familia, pero mi padre me dijo: ‘No nos quedamos ni un momento más de lo necesario. Tu madre y yo nunca volveremos a Cuba. No quiero vivir de añoranzas y de falsas expectativas. No vamos a mirar atrás. Siempre adelante”, cuenta Domínguez Ruz.
Destacado
Martín Domínguez es recordado en la Universidad de Cornell con un premio anual y con una exposición en su honor. La de Madrid: Arniches y Domínguez. La Arquitectura y la vida es la segunda.
“Nuestro objetivo ahora es hacerla en La Habana”, declara entusiasta a El País el profesor Pablo Rabasco, también tras el proyecto. “Será la mejor manera de cerrar el círculo”. Y borrar el olvido, concluye.
Redacción Cubanos por el Mundo
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