Mucho se compara a Venezuela con Cuba. Sus malos servicios, los cortes luz, la migración desesperada, la crisis económica, la represión, la falta de libertades… son tantas cosas que enumerarlas tomaría un largo rato.
Pero algo que diferenciaba a ambos regímenes eran los fusilamientos a opositores. Nicolás Maduro no se había atrevido a ir tan lejos, hasta el 15 de enero de 2018, cuando ordenó la muerte del ex inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas Óscar Pérez.
A Maduro no le importó que el foco internacional estuviera sobre Pérez y su grupo de rebeldes, quienes desesperadamente pidieron una rendición que nunca fue aceptada. Algo similar sucedió en Cuba cuando llego la mal llamada revolución en 1959. Fidel Castro no dio tregua a quienes le hicieron frente a pesar de estar siguiendo órdenes.
Según cifras extraoficiales, Castro ordenó más de siete mil fusilamientos a militares y personas contrarias a su régimen comunista, mientras descaradamente le anunciaba al mundo que él no era comunista. “I’am not a comunist” (yo no soy comunista) decía Fidel en Washington al momento que sus hordas ataban en los postes a los soldados que rogaban por su vida en zonas enmontadas de Santiago de Cuba y la capital.
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Eso fue exactamente lo que sucedió con Óscar Pérez, mientras este pedía piedad para él y para su grupo, Maduro y su camarilla pedían su cabeza. Pero como todo buen dictador, no lo pudo hacer sin un gran show. Mil hombres se abalanzaron contra el pequeño regimiento que no superaba las 20 personas. Lanzacohetes, tanques, helicóptero, todo un absurdo arsenal para acabar con la vida de un hombre, evidenciando que la inseguridad en Venezuela está sólo porque el régimen así lo desea, ya que el aparataje policial lo tienen.
El resultado fue lo esperado. El rebelde cayó abatido junto con varios de sus compañeros, entre ellos una mujer.
Una fotografía que circula en las redes se observa el cuerpo del ex agente con un disparo en la cabeza, ¿ajusticiamiento? Nadie lo sabrá. Lo que quedó en evidencia es que Maduro sigue los ejemplos de sus maestros cubanos, disparar primero y señalar después. Para el heredero de Chávez se le está haciendo cada vez más fácil mentir de manera descarada e ignorar al pueblo que claramente le dice ¡VETE!.
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Ahora, los altos dirigentes políticos en Venezuela guardan un silencio sepulcral. Sólo unos pocos en el exilio se atrevieron a opinar al respecto y aquellos que lo hicieron dentro de Venezuela ahora son señalados de cómplices de terrorismo.
Los venezolanos, cansados de rogar por un poco de comida para alimentarse, lloran en silencio la muerte de un hombre que intentó despertar a lo que él llamaba “el bravo pueblo” pero que sigue dormido en una especie de sueño profundo inducido por el chavismo a través del poco chantaje social que pueden ejercer.
Hoy Venezuela ya no se puede comparar con Cuba, hoy Venezuela ya es Cuba y Maduro lo dijo claramente “quien se atreva a levantarse contra la patria y el pueblo se las verá con las armas de nuestras fuerzas armadas”.
Redacción Cubanos por el Mundo