A 73 años de la liberación del mayor campo de concentración y de exterminio nazi, el de Auschwitz-Birkenau, este sábado se celebró el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, fecha oportuna para que el mundo entero reflexione sobre las causas que derivaron en el exterminio de al menos seis millones de judíos.
En la ‘fábrica de la muerte’ como se le conoció a Auschwitz, no se logró determinar con precisión cuántas vidas fueron cobradas desde su apertura en 1940. Sin embargo, estimaciones señalan que de 1,3 millones de personas que fueron enviadas, al menos 1,1 millones murieron, al menos 90 por ciento de ellas eran judíos.
A continuación algunas de las desgarradoras historias de exprisioneros de los campos de concentración nazi que se hicieron presente en el día conmemorativo en el Parlamento Europeo, reseñados por RIA Novosti.
Paul Sobol: el único sobreviviente de su familia
Arrestado en 1942 junto a toda su familia y enviado a Auschwitz. El judío belga fue el único miembro de su familia que logró sobrevivir. En 1945 fue trasladado al campo de concentración Dachau. “El 1 de mayo fui liberado por los estadounidenses. Tenía 19 años”, recuerda.
Herman Neuman: tres años en cautiverio
Por una denuncia terminó arrestado con su familia. Sus dos hermanos casados y él, todos con hijos pequeños. Del horror no se salvaron ni sus esposas, ni sus bebés.
En 1944 fue trasladado a Auschwitz III, donde trabajaba “desde las 6 de la mañana y hasta las 6 se la tarde”. Durante la jornada laboral se les prohibía comer
“Nos raparon las cabezas. También recuerdo que hacía un frío horrible”, cuenta. “No todos lograron sobrevivir. Tuve suerte porque era joven. Las personas mayores y los que estaban físicamente más débiles murieron. Fue un verdadero presidio”.
Desde 1944 llevó la misma ropa que llevaba para el momento de su arresto. Sólo pudo ducharse “tres veces” durante el tiempo que estuvo recluido.
El prisionero fue evacuado de Auschwitz cuando las fuerzas soviéticas ya se acercaban al campo, y pasó 20 días andando de pie. “Del campo salieron 7.000 personas, pero a Buchenwald y otros campos llegaron solo 1.200”, dice. “A los que no podían andar los mataban a disparos en el lugar. Ni siquiera teníamos zapatos, envolvíamos los pies con trapos”.
El hombre fue liberado de Buchenwald en abril de 1945, cuando tenía 19 años.
Tomas Radil: Adaptarse para sobrevivir
El profesor checo Tomas Radil fue llevado junto con su familia en un vagón de carga a Auschwitz-Birkenau, donde todos debían acudir al punto de clasificación. “Mis padres estaban completamente sanos, tenían 63 y 56 años. Querían estar juntos y su deseo se cumplió: fueron enviados juntos al crematorio”, relata.
Aunque aún no había cumplido 14 años, decidió mentir a los nazis, y les dijo que era cerrajero y que tenía 16 años. “Me di cuenta de que era necesario adaptarse: de lo contrario, te mataban”.
Recuerda que fue enviado a un lugar donde recluían a los adolescentes y donde los alemanes seleccionaban a quienes dejarían vivir. Sobreviviendo a ese paredón, fue enviado al principal campo de trabajo de Auschwitz, donde las condiciones eran mejores. El 27 de enero de 1945 fue liberado por el ejército soviético.
“Estaban muy felices de que los soldados del Ejército Rojo nos hubieran ayudado, pero la sensación de felicidad duró varias horas, tal vez días, pero no más”, recuerda. “Porque antes teníamos un objetivo claro, sobrevivir. Pero después de la guerra no nos quedaban objetivos claros, no sabíamos que hacer concretamente. Tampoco sabíamos que les había pasado a nuestras familias y que nos esperaba en casa…”, recuerda.
“Llegué a casa el primero. No había nadie feliz. Algunos regresaron, pero la mayoría no. Después de todo aquello, no vi caras sonrientes por mucho tiempo”, concluye.
Redacción Cubanos por el Mundo