Es un verdadero viacrucis el que padecen los cubanos para encontrar medicamentos. Según narran los vecinos, las farmacias sólo venden una vez por semana y cada día de venta, las filas comienzan desde la madrugada y en algunos casos, doblan la esquina. La solución fantástica para cualquiera de las personas desesperadas por las medicinas, sería tener una alta suma de dinero para comprar todo “en la calle”, porque en el mercado negro sí hay.
“Cuando no hay lo que buscas aquí en la farmacia, se puede encontrar en la calle. Lo que hay es que pagarlo a un precio veinte veces más alto que el estatal”, dice un hombre sentado sobre el tubo de hierro mientras aguarda su turno en la larga fila afuera de la farmacia. Según publicación original de El Estornudo y reproducido por BBC.
Otra señora que escuchaba, responde: “No hay manera que uno pueda entender que en las farmacias no haya medicinas y que uno las encuentre en el mercado negro a precios desorbitantes”.
Mientras que Ramiro, que está a unos metros, comenta: “Yo vengo porque mi chequera no me da para comprar por fuera las pastillas y mi mujer está mal del corazón y si no vengo se me muere. Así y todo, siempre en el mes le falta alguna medicina”.
Dicho en otras palabras, el desabastecimiento de medicinas es profundizado por la corrupción predominante en la red de farmacias, en las que la poca mercancía que llega, se desvía para beneficiar a sus revendedores clandestinos, reduciendo aún más la limitada oferta al público en general.
Un año en picada
Hace aproximadamente un año se profundizó la escasez de medicamentos en la isla, ante lo cual las 2.148 farmacias del país determinó un día de la semana para vender los pocos fármacos que le suministra el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
Rita María García Almaguer, directora de Operaciones del Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica, reconoció el año pasado que “la causa fundamental de la inestabilidad en las entregas de medicamentos por parte de la industria al sistema de salud es la falta de financiamiento oportuno para pagar a los proveedores”.
Una fila de necesidades
A las 8:00 a. m. una de las dependientes de la farmacia comienza a entregar tickets para organizar la fila que dobla la esquina.
Una de las cubanas que madrugó para tomar uno de los primeros puestos aseguró “Los medicamentos los descargan en la farmacia un día fijo de la semana y los venden al otro. Solo entran cuatro veces al mes y si uno no viene temprano a comprarlos, se acaban porque son muy pocos y no alcanzan para todos”.
“Tienen que repartir esos turnos porque los medicamentos no alcanzan”, dice otro señor que acaba de recoger con su mano derecha el papelito que le garantizará comprar.
Siguiendo el recorrido de la fila, una de las señoras que está sentada le dice a otra que está a su lado: “Tenemos que madrugar para no morirnos. Esto en este país era impensado”.
A su salida de la farmacia, un anciano que tiene a su esposa de 76 años con cardiopatía y un hijo con VIH, dice que dos de las tabletas que debía comprar para su mujer se han agotado. Mirando al cielo, como buscando aliento y una respuesta, manifestó:
“No me gusta lo que está pasando en Cuba. Yo no cuelgo los guantes por mi mujer”.
Redacción Cubanos Por El Mundo