El periodista independiente Osmel Ramírez Álvarez, de Diario de Cuba, fue confinado durante tres días a una prisión en condiciones infrahumanas por la Seguridad del Estado para darle un “escarmiento”. La celda, ubicada en la unidad de operaciones de Pedernales, en Holguín, era un reducido espacio de 18 metros cuadrados que debió compartir con otros 5 reclusos que sí eran delincuentes.
“Tu trabajo periodístico está siendo pagado con dinero del Imperio y eso te hace mercenario. Eres cabeza dura” le dijo un oficial de apellido Parra.
Ramírez estuvo encarcelado en una habitación completamente de hormigón, de seis metros de largo por tres de ancho (18m2), donde había tres literas dobles, una pegada a la otra, también de hormigón. Y, en una esquina, un hueco tipo letrina, para hacer las necesidades fisiológicas sin privacidad.
Sobrevivientes
Para bañarse debían aprovechar un pequeño chorro de agua que salía tres veces al día, durante 15 minutos. El agua que pudieran recoger en esos lapsos, sería la misma agua que tomarían en el día y que usarían para limpiar el orificio de la letrina.
“Encima de aquel hueco, en la pared, había un hoyito, vestigio de un tubo, por donde tres veces al día, durante 15 minutos, dejaban salir agua. Mis compañeros de celda habían puesto un tubo vacío de pasta dental para que el agua brotara separada de la pared y poder asearnos los seis. Además, en ese breve tiempo teníamos que llenar pomos, tanto para beber como para evacuar el orine y las heces fecales” describió Ramírez.
Reos disidentes
Algunos de los delincuentes eran asesinos y otros ladrones que con muchos años de prisión lograron corromperse en las cárceles. El periodista no encajaba en el lugar, sin embargo supo manejar la situación y ser aceptado por los reos, que al saber de su labor crítica al régimen se mostraron receptivos y hasta le sumaron relatos para sus denuncias.
“Al entrar, los presos me miraron silenciosos. Con discreción, escudriñé también e intenté trazar la mejor estrategia para lidiar con ellos. Eran cinco hombres curtidos por la vida delictiva y carcelaria. Primero me observaban con recelo. Luego fueron muy amables, especialmente cuando supieron que estaba allí por escribir en internet y ser periodista independiente. Enseguida lanzaron improperios del Gobierno y del MININT”, relató.
Inspirado por Martí
Uno de los compañeros de celda del periodista llevaba tres días en huelga de hambre y otro preparaba una navaja para cortarse las venas con la esperanza de ser trasladado al hospital.
“Poco a poco fui perdiendo los escrúpulos. Antes de ser liberado ya lograba tomarme el agua envasada en aquellos pomos costrosos y malolientes a cabo de cigarro. Porque los presos fuman sin cesar, sea cigarros o cabos, llenando de humo el aire, que de hecho es pesado por falta de ventilación. El peor momento era cuando alguien hacía sus necesidades a tan poca distancia, en la horrenda esquina de la celda hermética”.
En medio de la decadencia y entre cinco extraños en aquella celda pestilente, el periodista neutralizaba sus temores pensando e inspirándose en Martí.
“Martí con 16 años sufrió durante meses una prisión muchísimo peor, con grilletes y teniendo que trabajar duro. El sufrimiento de Leonor debió ser mayor que el de mi madre, él era un niño y yo soy un hombre hecho, me decía a mí mismo. Repetir estas ideas fue como un bálsamo para evitar flaquezas”.
Tras 72 horas de sufrimiento, Ramírez fue liberado y llegó a su casa, en Mayarí, pasadas las 10:00 de la noche, a reencontrarse con el abrazo de sus familiares, también sumidos en la angustia de no saber cómo se encontraba.
Así culmina un episodio más de la represión castrista en pleno siglo XXI y tras casi 60 años de violaciones a los Derechos Humanos. Mientras tanto, pese a todo esto, hay quienes siguen luchando, quienes seguirán escribiendo, quienes no se entregarán al absurdo y malvado régimen castrista.
Redacción Cubanos Por El Mundo