La salud pública se financia con el impuesto que cobra el régimen a los deprimidos salarios de los obreros cubanos. Desde esa perspectiva, y tomando en cuenta, el escaso poder adquisitivo de los trabajadores, no es gratuito, a todos les cuesta. Hospitales en los que nunca hay nada y se le pide a los pacientes que lleven hasta las sábanas, no es gratuito. Una atención que, por precaria, compromete la salud de los pacientes, tampoco es gratis, cuesta muchas vidas y sufrimiento a diario.
“A decir verdad, la salud pública en Cuba es la más cara de Occidente. Sus ciudadanos la pagan con la falta de libertades fundamentales, pobreza extrema, hambre, desesperanza, marginación de la vida moderna, escasez de todo, abusos” sentencia el analista y escritor Roberto Álvarez Quiñones, en Baracutey Cubano.
Los cubanos pagan impuestos quieran o no, sin embargo para poder gozar de buena atención médica, un ciudadano tendrían que tener mucho dinero e influencias en la cúpula del régimen para acceder a la atención del hospital más avanzado del país, la CIMEQ, donde atienden a los “privilegiados” funcionarios de alto nivel y personalidades políticas de Latinoamérica.
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“A los hospitalizados a veces el régimen les entrega facturas simbólicas para que sepan los gastos que implica la atención médica. Pero nada dicen a los hospitalizados en el CIMEQ. Ese, el más avanzado hospital del país, con tecnología de punta, no atiende a los cubanos de a pie, sino únicamente a la crème de la crème de la dictadura, sus familiares, y a cuanto líder o presidente izquierdista se enferma en Latinoamérica” aseguró Álvarez.
El atraso no estaba, llegó con Fidel
La potencia médica cubana sí existió, pero no como el mito posicionado por Fidel Castro desde finales de los años 60. En realidad, el nivel profesional de la medicina en la Isla ya gozaba de una reconocida trayectoria cuando él usurpó el Poder, un nivel que prometía con expandirse en las siguientes décadas, pero que la desgracia de la revolución arruinó. El avance de la medicina cubana se remonta a tiempos bien remotos. Su enseñanza comenzó en 1726.
“Una de las mayores bajezas propagandísticas del castrismo ha sido haber hecho creer que antes de 1959 los ser vicios médicos en Cuba eran un desastre y que la medicina tenía un pobre desarrollo. Pero las cifras tienen la fría testarudez de las matemáticas. Según la OMS, en 1958 Cuba tenía un médico por cada 980 habitantes, solo detrás de Argentina y Uruguay en Latinoamérica” precisó.
Las cifras no mienten
Justo antes de que Castro tomara el poder, la Isla tenía 35.000 camas de hospitales, una cama por cada 190 habitantes, cifra superior a la de los países del Primer Mundo, que registraban una cama por cada 200 habitantes. En 1953 Cuba ocupaba el número 22 en el mundo en médicos por habitantes, con 128,6 por cada 100.000. Y tenía un dentista por cada 2.978 habitantes.
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Era una estructura que se vino abajo gracias al odio, la discriminación política, la arbitrariedad, la persecución y el exilio de cientos de prospectos médicos que se negaron a vivir bajo la dictadura. Hasta hoy, insaciable, la revolución sigue devorando lo poco que queda en pie, subastando su talento humano al mejor postor en el extranjero.
“En fin, todo fue al revés de como reza la propaganda oficial. Los Castro hundieron la medicina en Cuba. No desarrollaron la economía para sustentarla, utilizaron dinero ajeno y cuando se acabó ese dinero, todo se vino abajo. Ahora no hay recursos, ni los habrá mientras haya socialismo” concluye el escritor.
Redacción Cubanos Por El Mundo