El arte y el deporte han sido uno de los pocos espacios que sirven de respiro para quienes se sienten asfixiados por la dictadura en Cuba. No es casualidad que la mayoría de los artistas sean disidentes. El artista visual Luis Manuel Otero Alcantara es evidencia de ello, quien encontró en el arte un puente a la libertad y al mundo, para salir de la limitación y la pobreza que le tocó vivir desde niño.
Ahora, tras muchos traspiés y de pasar trabajo como cualquier cubano, logró llevar su obra el Testamento de Fidel Castro, al Centro George Pompidou de París, donde se atrevió a soñar con un discurso reconciliador, humilde y sanador, que nunca llegó de la boca de Fidel Castro en vida, pero que fue recreado en su obra como ejercicio imaginativo. Según publicación de Martí Noticias.
Su carácter disidente es coherente con su deseo de superación, su dignidad no le permite ser cómplice de la injusticia oficial y la denuncia, aunque tampoco odia, prefiere enfocar su energía en el futuro que quiere para él y sus hijos, un sueño que se nutre de la promesa que se hizo de niño “Ser alguien en la vida”.
Otero Alcantara ha sido hostigado y detenido por la Seguridad del estado en reiteradas oportunidades por sus críticas y los mensajes de sus obras. Desde agotadoras procesiones hasta testamentos ficticios, siempre encuentra una manera original para seguir expresándose sin importar que lo detengan en cada una de sus iniciativas artísticas como a la llegada a la Isla el pasado 29 de enero, luego de su exposición en París.
Antes del arte
Su carrera en el arte no llegó sin antes rebuscarse la vida para palear la austeridad en la que creció junto a su madre, agobiada por los malos ratos que le dio su padre. La sobreprotección de su madre lo obligó a crecer sin merodeos callejeros, siempre bajo su amparo, sin darse cuenta evocó su imaginación para satisfacer sus necesidades infantiles de juego, y fue así, como desde pequeño ingeniaba sus propios juguetes.
“Desde pequeño tuve ese don, no sé de quién lo heredé, porque en mi familia no hay ningún escultor ni artista visual. Me pasaba horas y horas hablando solo. Creaba escenas y personajes imaginarios. Siempre estaba con un pedazo de madera en las manos. Y de niño prometí ser alguien en la vida” confesó Otero.
Antes de inclinarse por las artes visuales, Otero estuvo cuatro o cinco años entrenándose como corredor de medio fondo en una pista de arcilla de la Ciudad Deportiva.
Su debut artístico
Su primera puesta en escena fue en una galería en la Avenida 20 de mayo, Cerro, en 2011, con la obra “Los héroes no pesan”, conformada por piezas de madera del tronco hacia arriba, sin piernas, dedicadas a los soldados mutilados durante la guerra en Angola. Ya para entonces había comenzado su activismo político.
“Tenía demasiadas preguntas sin respuesta. Veía que las expectativas de la sociedad no se tomaban en cuenta. No había una puerta de salida. Todo eran ‘muelas’, discursos sin sentido. En privado, la mayoría de los artistas reconoce que las cosas deben cambiar. Cuba es un disparate. Es cierto también que en el mundo artístico hay mucho oportunismo. Jinetear es normal en ese medio. Percibía que algo se debía hacer”, comenta Otero en tono pausado.
Luis Manuel Otero Alcántara, y su pareja, la curadora Yanelys Núñez Leyva, señalaron que no odian a Fidel pero usan su imagen porque es el gran símbolo de todo lo que ha pasado en Cuba.
Redacción Cubanos Por El Mundo
