Los boteros en Cuba siguen en contienda con el régimen. El conflicto inició el año pasado tras el anuncio de nuevas regulaciones, que buscan controlar las tarifas y normar el servicio de transporte. Mientras tanto, los usuarios siguen a su suerte, sufriendo toda clase de abusos y maltratos por parte de los choferes, que al mismo tiempo, se dicen víctimas del estado y la crisis económica.
“¿Un día? Deberíamos dejar de salir una semana entera para ver si alguien se da por enterado que somos nosotros los que movemos la ciudad”, manifiesta Bernardo, un rutero exprofesor universitario que botea de La Habana al Cotorro, quien acusa a las autoridades de hacerles la vida de cuadritos. Según publicación de Cubanet.
Entre los perjuicios señala las grandes cantidades de impuestos al final de año fiscal, las regulaciones de pagos por tramos, hasta los despliegues de inspectores tratando de “cogerlos fuera de base”, lo que lo hace concluir que los funcionarios “Están pal’ daño”.
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Las razones de los boteros
Mientras que Luis Alberto, otro chofer, explica las razones que los hacen parecer abusivos y desconsiderados con los pasajeros, quienes desconocen las peripecias que deben sortear los conductores para sobrevivir en su oficio.
“Ante la encerrona de los impuestos, mi estrategia es declarar 1500 por mes para que al final del año no me pongan como subdeclarante, y no tener que pagar la millonada que ves a la gente por ahí pagar” dijo el taxista.
El botero asegura que para quienes ponen a otro a manejar su propio carro “no les da la cuenta”, según su experiencia previa. Ahora le da la cuenta porque “divide los trayectos según los horarios y cobra a veces el doble”.
Luis Alberto cree que para que ocurra lo que aspira el régimen, que se cobre menos, deben existir ciertas condiciones que permitan el beneficio sin representar pérdidas para los trabajadores del volante.
“Primero, resolver el tema de petróleo, neumáticos y baterías. Si yo encontrara el petróleo, vendido por el Gobierno, a 8 CUC, la batería en 30 en vez de a 90 y los neumáticos en 50 cada uno en vez de a 120 como tengo que comprarlos, te digo que se puede llevar el transporte a cinco pesos”, dice el conductor que maneja un almendrón en La Habana.
La queja de los usuarios
La pesadilla de conseguir transporte es el pan de cada día de los pasajeros en cada hora pico. Las jornadas más desesperantes son de seis a ocho de la mañana, cuando la gente intenta llegar a sus trabajos; y de tres y media de la tarde a seis, cuando la gente intenta regresar a sus casas. Aunque muchos llegan a las nueve de la noche sin poder “atrapar un carro”, porque los mismos boteros dividen las rutas, como ya explicó Luis Alberto.
Mientras que los fines de semana la crisis es de 24 horas, pero después de las 9 de la noche “es casi imposible empatarse con un carro”, comenta una centrohabanera.
Para muchos, los boteros son “el hombre nuevo” que quería la revolución: “Si pueden te estafan, tienes que aguantar su reguetón, te restriegan en tu cara que el carro es suyo, y al final, igual tienes que pagar”, cuenta una pasajera de otro Taxi Rutero. “¿Pero dime qué vamos a hacer?”, se pregunta.
Para ella, como para muchos, los boteros son la única solución o al menos la más estable que tiene “la gente que no quiere llegar hecha un asco al trabajo por las mañanas o a una fiesta, porque la guagua…ni hablar”, concluye la misma pasajera, y deja con su comentario bien claro de que el transporte público para algunos ha dejado de ser una opción.
Por el momento, los boteros siguen a la espera de nuevas redadas oficiales, para seguir buscando la manera de evadirlas y salirle al paso a las tarifas y cambios que intenta imponer el régimen afectando sus intereses.
Redacción Cubanos Por El Mundo
