Según una clausula migratoria firmada en enero del año 2017, los cubanos migrantes desde 1980 que no cumplan con los perfiles exigidos por Estados Unidos, quedan en una lista de “excluibles” rumbo a la deportación. Es el caso de los cubanos Javier y “El Lento”, uno escondido y el otro deportado, ambos estuvieron en la cárcel por varios delitos, lo que los convirtió en parte de los excluibles que deben regresar a la Isla.
“A mí se me había borrado de la cabeza como se vivía en Cuba, esa asfixia y el sobresalto que acompaña al cubano, tener que emplear cada minuto del día en la supervivencia. Y cuando duermes, tus sueños son un repaso del día, puras pesadillas” asegura Javier a Diario Las Américas.
Durante su vida en Cuba, Javier fue sonidista de Tropicana hasta lo despidieron por causa de su naturaleza violenta, que lo llevo a la cárcel en Atlanta, luego de mutilar a su esposa en una riña. Ahora vive en zozobra evadiendo a “la migra” en cada paso que da.
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“En la prisión de Atlanta estuve en un programa con psicólogos que trabajaron conmigo, pero caí entre los excluibles y aquí estoy, después de 22 años. Ahora lamento lo que perdí. Ando de nuevo creyendo que me siguen cuando me meto en un negocio para subsistir. Todavía no me he buscado mujer, porque pienso que cuando la tenga voy a descargar sobre ella mi frustración y me llevarán de nuevo a la cárcel”, confesó.
“El Lento” excluido
“El Lento”, de amplio expediente delictivo, fue deportado hace cuatro meses de EEUU y ahora no se halla, sobrevive vendiendo confituras en la calle como mendigo. Lamenta no estar en Norteamérica.
“Los días que viví en Estados Unidos fueron los mejores de mi vida. Saber que no podré volver nunca más a Estados Unidos me está matando poco a poco”, confiesa el exrecluso.
El cubano inició varios negocios hace años estando en Cuba, pero todo lo perdió en un operativo del régimen contra el enriquecimiento ilícito, fue detenido y encarcelado en el Combinado del Este, en cuya cárcel se pulió como delincuente.
De Cuba a EEUU
Una vez que decidió abandonar la Isla en una balsa, su vida cambió, beneficiado por la ley pies secos, pies mojados, impulsada por Barack Obama.
“Cuando llegué a Estados Unidos en una balsa me dieron toda clase de gratuidades y apoyo. Trabajé en una discoteca, me casé con una americana y teníamos una casa en Coral Gables que era un primor. Pero al final el alcohol y la violencia doméstica me vencieron y volví a caer preso. ¡Cuánto lamento haber perdido la vida en aquella sociedad donde, si se trabaja, se come!”.
A su llegada a Miami comenzó a traficar con cubanos que ya estaban insertados en el negocio. Por un tiempo le fue bien, pero luego contrajo deudas de juego. Presentó riñas con otro grupo y hubo un muerto. Se escondió pero terminó en prisión. Ahora, lamenta cada segundo haber desperdiciado su oportunidad de vivir en libertad.
Redacción Cubanos Por El Mundo
