Celia Cruz es, sin duda, una de la artistas cubanas más aclamada de todos los tiempos. Con su característico grito de ¡”Azucar!” y su ritmo 100% cubano, esta exiliada fue la embajadora más notable del su pueblo.
Pero detrás de esta alegre dama se escondía una persona celosa de su espacio íntimo y muy organizada, es por eso que guardaba con recelo toda clase de documentos de su vida y su carrera, sobre todo aquellos que le recordaban a su amada Cuba.
El diario El País, reveló una serie de papeles que estaban bajo el cuidado del mánager de Cruz, Omer Perdillo, quien los guardó con recelo desde la muerte de la cantante en el 2003.
“Todo lo que tenía que ver con ella lo guardaba. Contratos, cartas, periódicos, fotografías, carteles. Tenía en casa unas cajas de plástico y cuando llegaba de un viaje metía los papeles que se había traído”, cuenta Pardillo.
El material pasaba entonces a manos de dos hermanas portuguesas, emigrantes ya mayores y siempre vestidas de negro, que eran sus empleadas de la limpieza, cocineras y archiveras. Hoja a hoja, dos señoras sobrias y herméticas, encarpetaban los documentos de la intérprete de La vida es un carnaval. En privado, Celia las llamaba con cariño “mis urracas”.
“Les tenía un aprecio enorme”, dice Pardillo. “Trataban sus cosas con un rigor escrupuloso”.
Pero lo que más guardaba con cuidado y amor era su pasaporte, expedido en 1947 para un viaje a Venezuela, donde realizaría sus primeras grabaciones. Su carnet de empelada del espectáculo El Caribe del hotel Habana Hilton, que en 1959 fue rebautizado Habana Libre y donde Fidel Castro tuvo su oficina unos meses, era otro de sus preciados tesoros.
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De octubre de 1959 es un visto bueno de la Policía Nacional Revolucionaria que autorizaba a Celia, ya estrella en Cuba con la orquesta La Sonora Matancera, a “abandonar el territorio nacional a su entera libertad”.
En julio de 1960, la banda y su cantante tomarían el avión del exilio con destino México. Un desarraigo que intensificaría la tendencia de la artista a conservar cosas, hasta dejar un vasto legado de documentos y archivos. La mayor parte lo tiene el mánager a resguardo, otra porción menor, aunque sustancial, está en el Smithsonian Institute y la Universidad de Miami posee una muestra de cartas y fotos.
“El exiliado cubano de su generación salía de aquel país sin nada y tendía a guardar y atesorar todo lo que tuviese. Ella solo pudo sacar una maleta en la que llevaba básicamente su ropa y una figura de la Virgen de la Caridad del Cobre”, dice Pardillo, de 45 años, cubanoamericano de Nueva York nacido en la isla.
La política también fue guardada
Uno de los tantos papeles que más llamada la atención es una carta redactada por el grupo exiliado Alpha 66, quien le pide al Departamento de Estado otorgarle la ciudadanía americana a Celia Cruz, ya que en ese momento, 1963, la Guerra Fría se encontraba en pleno apogeo y una cubana podría significar una potencial espía.
Sin embargo, Alpha 66 afirmí que Cruz era una “formidable y sensacional cantante cubana” y“una legítima amante de la democracia y por lo tanto una anticomunista por naturaleza”
Redacción Cubanos por el Mundo