Gabriel Cruz, niño de ocho años, estaba en casa de su abuela el 26 de febrero, en la localidad de Las Hortichuelas, provincia de Almería, en el sur de España, cuando salió a jugar a casa de un primo, a unos 300 metros de distancia.
Desde allí no se supo más nada de él hasta que lo encontraron en la maleta del carro de su madrastra Ana Julia Quezada, una dominicana de 43 años pareja de Ángel Cruz, quien días antes había emprendido una ardua búsqueda para hallar a su pequeño.
Quezada, se convirtió en sospechosa de la desaparición del pequeño Cruz luego de que entregara a los agentes una camiseta de Gabriel que dijo haber encontrado de forma casual en una zona en la que éstos, y los numerosos voluntarios locales que colaboraron en la búsqueda, habían ya registrado varias veces.
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Los investigadores le tendieron una trampa. Le dijeron en un interrogatorio que estaban cerca de dar con el pozo en el que se hallaba el cuerpo de Gabriel.
Ella volvió a la escena del crimen, mientras que los guardias civiles la vigilaban y registraban cómo sacaba el cuerpo, envolvía los restos y los colocaba en su carro para moverlos. Al detenerla, negó el crimen.
Más sangre
Resulta que pudiese ser que Cruz no sea la única víctima de Quezada, puesto que la Policía Nacional española decidió revisar nuevamente la investigación de la muerte de una hija de Quezada en 1996, según reporta la BBC.
La pequeña de 4 años cayó del séptimo piso de un edificio en Burgos, al norte de España. Para ese momento las autoridades dieron por sentado que se trataba de un accidente, puesto que la ventana de la habitación estaba abierta y la niña estaba muerta exactamente en la planta baja.
Los reportes policiales de la época indican que Quezada, entonces con 21 años, “sufría una fuerte excitación nerviosa” que le impidió colaborar con la investigación sobre lo ocurrido con su hija.
Sin vergüenza
Hasta ese momento, Quezada había mantenido una posición consecuente con la situación.
Fue una figura visible desde la desaparición del pequeño Cruz debido a que acompañaba frecuentemente al padre en los operativos de búsqueda.
¿Qué la hizo cometer un crimen así? ¿Cómo pudo aparentar que estaba consternada por la desaparición y además soportar tantos días la presión policial y mediática, sobre el caso.
Se espera que los próximos días se sepa si Quezada actuó sola y cuáles serían los motivos para cometer el peor de los crímenes que existe: matar a un niño.
Redacción Cubanos por el Mundo
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